Los historiadores y arqueólogos más conservadores sostienen que la civilización tal como la conocemos, inteligente, hacedora de herramientas y constructora de monumentos, comenzó hace aproximadamente 5 mil años con la aparición de la temprana dinastía egipcia. Sin embargo, un pequeño pero persuasivo grupo de científicos e investigadores independientes aseguran que una antigua y avanzada civilización surgió durante la última era glaciar. La existencia de esta civilización de 10 mil años es apoyada por una evidencia extraordinaria que se encuentra en una pequeña isla de Japón llamada Yonaguni.
Recientemente, un excitante nuevo descubrimiento bajo las costas de Okinawa y Taiwán ha mostrado evidencias de templos sumergidos y restos de una eventual civilización anterior.
Esta aparente ciudad sumergida está asociada a los mitos de las civilizaciones perdidas en el Océano Índico (o en el Pacífico), que muchos han identificado con el legendario continente de Mu (o Lemuria).
Hasta la fecha, todas las estructuras conocidas se encuentran en las costas de Okinawa, así como en varias islas del archipiélago Ryukyu, en Japón. La más espectacular de ellas no fue descubierta hasta 1995, y se encuentra en la costa sur de la isla Yonaguni (una isla de aproximadamente 40 kilómetros cuadrados), localizada al este de Taiwán y al oeste de las islas e Iriomote, en el mar de China.
Últimamente se ha venido aclamando esta estructura como el "edificio más antiguo del mundo". De hecho, posee la forma de un "zigurat", y geológicamente ha podido ser fechada alrededor del 8000 a.C., lo que la convertiría en uno de los más importantes descubrimientos arqueológicos de los últimos 50 años.
El doctor Masaaki Kimura, profesor del Departamento de Ciencias Físicas y Terrestres de la Universidad de Ryukyu, ha desarrollado un proyecto cartográfico submarino de dicho "monumento". Basándose en los resultados obtenidos durante su investigación, Kimura ha llegado a la conclusión de que el Monumento Yonaguni es en su totalidad una estructura artificial. Si efectivamente estuviera en lo cierto, constituiría el testimonio de una civilización hasta ahora desconocida, de muy temprano desarrollo y altamente sofisticada.
Este equipo de científicos y exploradores japoneses de Okinawa, en conjunto con científicos ligados a la Academia Para La Ciencia Futura en California, han reunido evidencias para la reconstrucción de una serie de templos submarinos a través del uso de una compilación de perfiles de reflexión sísmicos. En recientes exploraciones acuáticas, usando robots, análisis simples de rocas, y una serie de observaciones subacuáticas tripuladas y no tripuladas, fueron descubiertos una serie de "puentes" de tierra que conectan el archipiélago de pequeñas islas de Ryukyu con las tierras del continente de China.
Estas islas parecen haber sido formadas en dos etapas desde fines del período del Pleistoceno. En estas islas sumergidas, las recientes expediciones han descubierto una serie de formaciones topográficas únicas, las cuales pueden haber sido parte de antiguos "templos" o pequeñas "pirámides".
La primera etapa geológica ocurrió antes de la formación de piedra caliza (descomposición) de las plataformas de Ryukyu en el Pleistoceno, y cesó en las primeras etapas de las mismas, mientras la segunda fue aparentemente durante la mitad y el final del proceso de formación de la roca, durante el cuál se excavó y se le dio forma por humanos. Los puentes de tierra, en la primera etapa, se habrían formado hace uno o dos millones de años, y son bien identificados por la incongruencia entre los grupos Shimajiri y Ryukyu antes de la deposición de caliza en el lugar. Dichos puentes fueron posteriormente quebrados y hundidos debido a una serie de cambios geológicos
Las recientes exploraciones submarinas de las inusuales ruinas sumergidas, realizadas por Boris Said y J. J. Hurtak, fueron posibles gracias a la información entregada por herramientas de sensoría remota, luego de haber sido encontradas por primera vez con un pequeño submarino y un grupo de buceo en la primavera de 1995, por el ya mencionado Kimura. El Dr. J. J. Hurtak es un especialista en tecnología de captación remota satelital, presidente de la Academia Para La Ciencia Futura en Estados Unidos, y de la Facultad de Sensoría Remota, de la Universidad Autónoma de México. El análisis de las filmaciones de estas grandes ruinas por Said y Hurtak en varios lugares en el Pacífico Sur, muestra lo que parecen ser dos grandes templos con muros protegidos y formas bipiramidales. Una de las estructuras es la anteriormente citada, que se encuentra bajo la costa de Yonaguni.
La segunda se encuentra a unos 500 Km. de Okinawa en el océano. Desde entonces, se han encontrado siete estructuras adicionales cerca de tres islas diferentes, como si fueran parte de un gran complejo urbano que estuvo alguna vez en estos puentes de tierra.
En las filmaciones de estas ruinas sumergidas se pueden ver claramente sendas y avenidas bien delineadas y de diferentes formas, es decir, formas en múltiples niveles, circulares y semi-circulares, las cuales están ordenadas en patrones escalonados perfectamente cortados en la roca indicando una capacidad de ingeniería de escalas arquitectónicas masivas. Las ruinas están parcialmente cubiertas por el coral debido a las corrientes oceánicas.
Los buzos quedaron impresionados, y en Junio de 1998 realizaron una serie de filmaciones de estas estructuras rocosas, una de las cuales muestra una enorme formación piramidal de 80 metros de largo cerca de la isla de Yonaguni. Algunas estructuras tienen 25 metros de alto, y tienen ángulos rectos perfectos y escaleras enclavadas en la roca. Otras se encuentran a sólo 10 metros de la superficie de las aguas.
La estructura principal presenta ángulos casi rectos y cantos bien determinados. Cada detalle de diseño y organización en esta enorme estructura submarina de piedra provocaron una gran sensación de emoción y misterio en los buzos que pudieron verla de cerca. Se trata de estructuras específicas e inconfundibles, con características extremadamente desconcertantes que difícilmente pueden considerarse naturales y que se encuentran a lo largo de 5 Km. de la costa sur de Yonaguni. El hecho de que todas se encuentren sumergidas sugiere que fueron construidas en la misma época.
Pero otros científicos, más ortodoxos y escépticos, argumentan que no hay ninguna "prueba" en la superficie de estos monumentos (tales como marcas de herramientas sobre las rocas, o bloques tallados que hubieran sido desplazados) que ratifiquen su condición antrópica. Se basan en análisis geológicos que confirmaron que las estructuras están compuestas predominantemente de areniscas y arcillas, que varían desde la textura media hasta la muy fina (perteneciente al grupo Yaeyama del Mioceno Inferior, y depositadas hace unos 20 millones de años). Estas rocas contienen numerosos planos de estratificación, paralelos y bien definidos, a lo largo de los cuales las capas se exfolian fácilmente. Las rocas de este grupo también están entrecruzadas por numerosas junturas y fracturas paralelas y verticales (respecto a los planos horizontales de estratificación de las rocas). Y agregan que los monumentos yacen en una región propensa a los terremotos, y que éstos tienden a fracturar las rocas de manera regular.
Como vemos, el hecho de que las ruinas se encuentren sumergidas sugiere una serie de complicados desafíos científicos. Si las estructuras de piedra fueron creadas por humanos, entonces tuvieron que ser talladas cuando el monumento se encontraba sobre el agua, lo que colocaría a las ruinas en el período glaciar, cuando los niveles del mar eran mucho más bajos, debido a que la mayor parte del agua se encontraba congelada en los campos de hielo en el hemisferio norte. Esto significa que la última vez que el monumento de Yonaguni se encontraba fuera del agua fue aproximadamente en el 8000 a.C, lo que las antepone a las pirámides de Egipto en más de 5000 años.
Pero catalogar el monumento en el período glaciar va en contra de la cronología actual oficialmente aceptada por la corriente principal de la arqueología. Estas enormes construcciones requieren un nivel de organización y planificación de la sociedad tal, que los historiadores no están preparados a aceptar que haya podido existir hace 10.000 años. Por lo tanto, si se prueba que estas formaciones son hechas por el hombre y que tienen más de 8000 años, tendremos que revisar la historia, y ellos aceptar que estaban equivocados.
Pero los hallazgos no concluyen solamente en las estructuras sumergidas. En el pueblo de Noro, en Okinawa, fueron descubiertas tumbas construidas en patrones rocosos tradicionales unidas a las paredes de los templos, mostrando una arquitectura muy similar a la de las tumbas subacuáticas dedicadas a los ancestros de las islas, pero que nadie sabe cuando fueron construidas. Son llamadas "moai" en el lenguaje de los nativos de Okinawa, un término también utilizado por los habitantes de la Isla de Pascua (situada a unos 10.000 kilómetros de distancia) para designar a las gigantescas estructuras de rostros de piedra.
Se puede también encontrar un paralelo entre estas estructuras bi-piramidales sumergidas y las construcciones de la civilizaciones pre-Incas de Chan Chan y Moche en Trujillo y Pachacamac en Perú. Trujillo es un moderno puerto marítimo en el norte del país, y hace 2.000 años era un centro ceremonial pre-Inca donde el "Templo del Sol" fue erigido sobre una plataforma bi-piramidal en tres partes.
Existen demasiadas evidencias que demuestran que los pueblos antiguos estaban en contacto mucho antes de lo que se cree. Se cuentan en más de 600 los mitos sobre inundaciones alrededor de todo el mundo. Por lo tanto, y a la luz de los acontecimientos, las leyendas sobre inundaciones y catástrofes en la antigüedad deberían, por lo menos, ser analizadas con seriedad debido a su universalidad.
Se podría decir que mucho más importante que la evidencia física, legendaria y mitológica, es la evidencia del conocimiento compartido. Y la universalidad de las pirámides y de los sistemas de símbolos numéricos y matemáticos son una fuerte evidencia de la universalidad de algunas civilizaciones antiguas. Seguramente hubo una transmisión de conocimientos de generación en generación, lo cual nos indica el nivel de desarrollo y cultura del grupo que trasmite el conocimiento.
Las estructuras sumergidas parecen dar substancia a las leyendas antropológicas de una civilización prehistórica en el Océano Pacífico llamada Lemuria o Mu, una masiva área de tierra que se habría fragmentado en miles de islas debido a algún tipo de cataclismo. Los japoneses llamaban a sus emperadores prehistóricos Jim-Mu, Tim-Mu, Kam-Mu por ejemplo, lo que quizá significa que sus ancestros fueron los sobrevivientes de esta civilización.
El último puente de tierra que conecta las islas con China puede haber aparecido durante el último período glacial a fines del Pleistoceno, conectando una serie de importantes islas a través de Taiwán, Okinawa y Amani-Oshime con el área de Kyushu. En el norte de Japón hay un importante río llamado "Mu" (es decir, relacionado con el agua) y la palabra Mu significa "lugar de nada" o " anillo con un solo punto de conexión".
El trabajo de exploración continuará para observar la base del complejo de estas estructuras. Un fragmento de hueso fósil posiblemente de elefante (de unos 50 centímetros de largo) ha sido encontrado en la región de Kerama del océano a una profundidad de 556 metros, y también se han localizado otras evidencias de fauna mamífera en la misma zona.
Pero a pesar de todos estos apasionantes descubrimientos, la comunidad científica parece no haberse percatado de la magnitud de los mismos. Lo que sucede, es que los arqueólogos e historiadores se consideran a sí mismos "especialistas" de nuestra cultura pasada. A ellos les gusta pensar que saben todo lo que se necesita saber del pasado. Por lo tanto es bastante "amenazadora" (como si la ciencia no fuese sinónimo de avance) la idea de que exista un episodio importante que haya sido pasado por alto. Cuando se encuentra un fenómeno interesante y digno de estudio como las estructuras sumergidas de Yonaguni, en lugar de investigarlo de manera racional e inteligente, la mayoría de los "académicos" lo da por imposible y desde el comienzo no les interesa.
El asunto de considerar el fenómeno como una serie de estructuras extrañas sumergidas frente a las costas de una isla japonesa, y el hecho de que muy pocos académicos hayan dedicado algo de tiempo para observarlas, constituye una enorme falta de la ciencia actual.
En la actualidad, la arqueología es bastante incapaz y limitada si sólo centra su atención en las evidencias que se encuentran en la superficie. Tenemos que fijarnos en las áreas donde los seres humanos vivían antes de que subiera el nivel del mar. El monumento de Yonaguni nos indica de un modo muy directo que gran parte de la historia de la civilización y de los antecedentes humanos se encuentra fuera del alcance de los arqueólogos, simplemente porque está bajo el agua.
En Japón hay muy pocos arqueólogos que puedan bucear y estudiar el monumento de cerca. Otros académicos, que ni siquiera han visto el monumento en persona, sacan conclusiones apresuradas, basándose en algo que no conocen. Sería mejor para el avance de la ciencia que se levantaran de sus cómodos sillones y fuesen a bucear. De esta manera podrían formular sus hipótesis junto a los investigadores independientes, que hasta llegaron a tomar clases rápidas de buceo para poder constatar los hechos de cerca. De ser así, seguramente las hipótesis antrópicas tomarían una dirección positiva.
Cuando la gente va a ver las ruinas, la mayoría es un tanto escéptica con respecto a ellas. Pero cuando realmente las ven bajo el agua, el 99% queda fascinado.
Es muy probable que con el correr del tiempo se descubra más acerca de este monumento y de las otras estructuras de Yonaguni, para poder así cambiar la actual percepción de nuestra historia.
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