jueves, 1 de marzo de 2012

Vlad, El Empalador


Vlad, Príncipe de Valaquia

El príncipe Drácula debe su fama a la novela de Bram Stoker (1897), aunque fue un príncipe de carne y hueso, heroico defensor de los intereses e independencia de su país y del cristianismo, fue conocido por su crueldad y falta de piedad hacia sus enemigos, y por dejar un legado de palacios y castillos, además de fundar Bucarest, la actual capital de Rumania.

Vlad III de Valaquia nació en la región de Transilvania, en 1431. Hijo de Vlad "El Diablo" (caballero de la orden del dragón conocido por su afamada crueldad y sangre), se hizo famoso por su increíble bravura y valentía, su implacable sentido de la justicia y defensa del cristianismo, y su extraordinaria crueldad, capaz de llamar la atención incluso en aquellos tiempos sangrientos. Fue conocido por su apodo Drácula, nombre que proviene de "Draculea" (la terminación "ulea" en rumano quiere decir "hijo de"), lo que podría traducirse como "El hijo del Diablo".

Su niñez fue muy difícil, rehén de los invasores otomanos hasta los diecisiete años de edad, al estar disputado el trono de Velaquia desde el exterior por los turcos y húngaros, y en el interior por los aristócratas, que luchaban entre ellos con un salvajismo inusual. La muerte de su padre, ejecutado por Iancu de Hunedoara en 1447, obligó al joven Vlad a ponerse del lado de los turcos, adversarios de Iancu. Sin embargo durante los años posteriores, Vlad fue separándose de los turcos y estrechando las relaciones con su enemigo Iancu, debido a su único objetivo de volver a reinar en valaquia.

  Vlad, el Empalador

El príncipe valaquio también fue recordado a lo largo de la historia con el sobrenombre de Vlad Tepes o Vlad el Empalador, que debe su origen al empalamiento en el año 1459, de rebeldes voyardos, que se disputaban con él el poder de Valaquia, después de haberlos engañado al citarles a una reunión. Los que no tuvieron esa “suerte” fueron obligados a trabajar en la construcción de castillos como mano de obra forzada. Con el tiempo este sanguinario método se convertiría en su favorito mododo de ejecución.

Había dos formas de empalar a los apresados, una de ellas, la más “humana”, consistía en clavar el extremo afilado de un madero largo por el ombligo o por el corazón, con lo que la muerte era inmediata. La otra forma, “aterradora”, consistía en introducir la parte roma por el recto, con lo que éste se iba clavando poco a poco, pudiendo durar dicha angustia dos días.

Aunque, no por mucho tiempo, habitó el castillo de Bran éste se hizo famoso por ser el hogar del malvado conde Drácula retratado en la novela de Bram Stoker, hasta que

murió por una estaca clavada en su corazón. El autentico castillo de Vlad, castillo de Poenari, limitaba con las regiones Valaquia y Transilvania. En su construcción empleo mano de obra forzada compuesta de nobles que se habían opuesto a su oligarquía.

Para la construcción de ése utilizó el método bizantino en el que se hacía una cámara de mortero de cal entre muros, lo que permitió, debido a su cierta flexibilidad, el que

éstos pudiesen soportar los frecuentes terremotos que han sucedido a lo largo de los años.Los arcos de medio punto se levantaban con armazones de madera que debían ser probados por el maestro con su propia vida al situarse debajo cuando éstos eran retirados.

Si el arco no estaba bien realizado caería sobre su ejecutor con el trágico final que todos suponemos.
  
Historias y Leyendas

Entre su innumerables atrocidades se cuenta que solicitó la ayuda de los nobles cristianos de los reinos cercanos en la lucha contra los otomanos (turcos musulmanes que querían invadir su territorio) y como muestra de su ya iniciada lucha envió 24.000 narices cortadas de las cabezas amontonadas de los enemigos derrotados. En su contienda con los turcos, el príncipe Vlad empleó la guerra psicológica al quemarles sus campos, envenenar sus pozos y utilizar estrategias atroces de guerrilla, pero su clímax fue empalar a 20.000 cadáveres de enemigos.

Según la leyenda (otra prueba de la locura del príncipe en su contienda con los otomanos), se cuenta que los emisarios del sultán turco le obligaron a pagar un tributo y Vlad se negó al considerar que éstos le habían insultado al no retirarse sus turbantes, ya que era su costumbre. Él les clavó los turbantes a la cabeza para que así nunca se lo tuviesen que quitar.

Otra de sus abominables “hazañas” fue atrapar al más peligroso de sus adversarios voyardos, Dan Voeivod, en la primavera de 1460, al que obligó a cavar su propia tumba y asistir a sus funerales antes de hacerlo decapitar. Con sus allegados tampoco era especialmente delicado, se cuenta que abrió las entrañas de su propia novia para comprobar por sus propios medios si estaba embarazada, ya que ésta le había entido sobre su estado. En una ocasión hizo colocar una copa de oro junto a una fuente para quien quisiera pudiese beber. El pánico que había implantado entre sus súbditos fue tal que por temor al severo castigo, la copa jamás fue robada.

Sin embargo, también fue conocido por su especial honradez, en una ocasión un mercader sufrió el robo de su carro en el que además se encontraba una elevada suma de dinero. Al poco de conocerlo Vlad, los ladrones fueron apresados y empalados y al dinero devuelto, Vlad añadió una única moneda. El mercader al contarlo vio que le sobraba una moneda lo que se la devolvió al príncipe, hecho que le libro de su propio empalamiento.

Sobre su muerte en 1476, no se sabe si Vlad murió asesinado en las cercanías de Bucarest o en combate mientras luchaba con un ejército de tan sólo 200 hombres contra un ejército de 120.000 turcos. Se dice que su cabeza fue enviada al sultán como prueba de su muerte y su cuerpo fue enterrado en una tumba del monasterio de Snagov, aunque nunca se encontró su cadáver…

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