viernes, 2 de diciembre de 2011

Club Bilderberg: Los dueños del mundo


El Club Bilderberg reúne cada año a unos 130 líderes de la elite financiera, empresarial, política, académica y de los medios de comunicación del primer mundo, fundamentalmente de Estados Unidos y Europa, para discutir sobre temas de interés global. A estas reuniones, que se realizan con casi nula cobertura periodística, a puertas cerradas y con gran contingente de seguridad, se puede asistir solo mediante invitación. Debido al extremo secretismo con que se efectúan estos encuentros, se especula que el grupo estaría operando como un gobierno mundial en las sombras, pues en esa instancia se decidiría el destino de la humanidad, se habla de quienes vienen a establecer el Nuevo Orden. Uno de su séquito es David Rockefeller, quien este verano visitó la isla del Lago Ranco de una de las familias más influyentes en el Chile de los últimos 100 años, Los Edwards, los “punta de la pirámide” del capitulo chileno de esta oligarquía. ¿Afecta este tipo de libertad de asociación casi secreta, la libertad y vida de los pueblos? Amenazada de muerte por el poder oculto que hoy busca visibilidad, Cristina Martín Jiménez, periodista española egresada de la Universidad de Salamanca y autora del libro Club Bilderberg, Los amos del mundo, sitúa los orígenes históricos de este grupo en plena guerra fría. Su objetivo, según sus creadores, era aumentar el entendimiento entre países del Atlántico. La primera reunión se realizó desde el 29 al 31 de mayo de 1954, en la localidad holandesa de Oosterbeck, en el hotel Bilderberg, a partir del cual el grupo recibió su nombre. El anfitrión fue el príncipe Bernardo de Holanda, padre de la actual Reina Beatriz, propietario del hotel, estrechamente relacionado con las altas esferas del poder financiero y político occidental, quien en su juventud fue miembro activo del partido nazi. Sin embargo, la periodista asegura que el principal impulsor del Club fue el multimillonario norteamericano David Rockefeller, masón. El magnate, junto a la banca de Estados Unidos, envió como emisario al financiero de origen judío-polaco Joseph Rettinger, alto miembro de la masonería, para que se pusiera en contacto con el príncipe Bernardo. Debido a la gran envergadura del proyecto, ellos se contactaron con la familia inglesa Rotschild, considerando su gran poder económico, dinastía que en 1952 ya se había apoderado de la banca de su país. Otra figura importante de esa primera cita fue Henry Kissinger, asesor en asuntos especiales del ex presidente Richard Nixon y en temas de defensa en varios gobiernos estadounidenses. En la actualidad, el presidente honorario del Club Bilderberg es Ettiene Davignon, político y empresario belga y ex vicepresidente de la Comunidad Europea. Otros miembros permanentes, según lo reveló el investigador de origen ruso, Daniel Estulin, autor de La verdadera historia del Club Bilderberg, son Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal entre 1987 y 2006; Donald Rumsfeld, ex secretario de Defensa de Estados Unidos; Georges Soros, presidente del Soros Fund Management LLC y del Open Society Institut y Henry Kissinger presidente de Kissinger Associates Inc., de quien además se especula habría asesorado en las sombras a George W. Bush en la guerra de Irak. Sobre el extremo secretismo con que se realizan las reuniones de este club elitista, Daniel Estulin, quien los investiga desde hace 15 años, expresa que “si bien es normal que en cualquier democracia moderna se proteja el derecho a la intimidad, la ciudadanía tiene derecho a saber de qué hablan los más importantes presidentes, primeros ministros, reyes y reinas de todas las casas europeas, cuando se reúnen con los empresarios y banqueros más ricos de sus respectivos países”. Pero este cuestionamiento no es nuevo, en 1963, en una reunión del ex presidente John Kennedy con los representantes de los medios estadounidenses, lanzó una fuerte crítica a las sociedades secretas, señalando que “la palabra secreto es repugnante en una sociedad abierta y libre y nosotros como pueblo, histórica e inherentemente, nos hemos opuesto a las sociedades secretas, a juramentos y procedimientos secretos”, dejando constancia de la existencia de grupos que operaban tras la cortina en esa época. Debemos considerar también, que varias de las personalidades que asisten a esas reuniones están pasando por alto legislaciones de sus propios países, como la Ley Logan de 1978 de Estados Unidos, que “no permite que un ciudadano norteamericano actúe como diplomático no oficial sin la autorización del Gobierno o el Congreso”, y menos que se reúna en secreto con grandes empresarios, jefes de gobierno o presidentes de los principales bancos del mundo. En nuestro país el senador Nelson Ávila reconoce que “el llamado Club Bilderberg es el más influyente poder fáctico del planeta. Las reuniones son secretas porque sus verdaderos fines son inconfesables. Se huelen y pesan entre sí para sintonizarse en su delirante vocación de dominio mundial. Están por encima de gobiernos y organismos internacionales, pero no son ajenos a ellos. Les manipulan y tuercen sus decisiones en función de sus intereses. Las guerras son parte del negocio. Por eso, tras los bastidores, están en todas. Irak es su más desvergonzada intromisión. Resultado de ello es el indigno alineamiento a que sometieron tanto a Blair como Aznar“, asegura el parlamentario. ¿SOBRE QUÉ HABLAN LOS PODEROSOS? Estulin cuestiona la “falta de garantías hacia los ciudadanos de que el Club Bilderberg no sea un centro de tráfico de influencias y de cabildeo (lobby), si no se les permite conocer de qué hablan allí sus representantes. De esta manera, es legítimo preguntarse por qué el Foro de Davos y las reuniones del G8 aparecen en todos los periódicos en portada y permiten asistir a miles y miles de periodistas, mientras que nadie cubre las reuniones de este selecto club”. Ante esta crítica, los directivos de esta organización elitista han afirmado que “esa discreción es necesaria para que los participantes en los debates puedan hablar con libertad, sin ver al día siguiente sus declaraciones reflejadas en los periódicos”. Sin duda, esa discreción les permite deliberar con más libertad, aclara Estulin, pero eso no responde a la pregunta fundamental: ¿Sobre qué hablan los más poderosos del mundo en esas reuniones? Asegura que en esas juntas se toman decisiones que no solo impactan en la comunidad empresarial, sino que en la política, economía, medio ambiente y hasta en nuestra vida cotidiana. El escritor denuncia que este grupo estaría trabajando en un Nuevo Orden Mundial con una “metodología sistémica”, es decir, influir en la cabeza de las instituciones de los principales sectores de la sociedad y, desde ahí, controlar a la masa. Esto se explica mejor teniendo en cuenta que no es necesario saber qué hace o piensa cada individuo dentro una organización, sino que basta con tener el control del presidente o del individuo más influyente dentro de la misma. Para el investigador residente en Canadá, el Club Bilderberg “sería responsable del actual control de la población a través de la manipulación mediática y el miedo”. Observamos que producto de la gran concentración de medios de comunicación, es más fácil uniformar y manejar los mensajes, pero también establecer pautas editoriales que privilegien la farándula, la crónica roja o los hechos de sangre para atemorizar al público. Por otra parte, es una realidad que la concentración de medios permite administrar eficazmente los contenidos, estableciendo discursos y versiones oficiales, influyendo en los patrones de conducta de los receptores y determinando qué es lo relevante. Así, se han asegurado de implantar una sociedad del espectáculo, sin informar al público de lo que realmente sucede en el mundo. Según Estulin, esta organización de elite también sería responsable de promover conflictos bélicos, orquestando episodios de alto impacto para sensibilizar al público y avanzar en sus objetivos. De esta manera generarían las condiciones para la invasión a países con riquezas energéticas, fundamentalmente petróleo, pero, además, crearían los escenarios para aprobar leyes en los parlamentos, conforme a reducir, o bien suprimir, los derechos civiles. Un ejemplo fue la firma del Acta Patriótica realizada por el presidente George W. Bush, sin la aprobación del Congreso ni de los ciudadanos estadounidenses, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, cuya versión oficial ha sido ampliamente cuestionada por investigaciones independientes en ese mismo país. Justamente, el periodista y cineasta norteamericano Alex Jones, critica el papel de los gobiernos occidentales, en los cuales participan o han participado integrantes del Club Bildeberg, acusándolos de estar involucrados en organizar operaciones de Falsa Bandera (False Flag) Esta estrategia consiste en realizar atentados, encubrir a los involucrados, e inculpar a un enemigo político; de esta forma justificar guerras, influir elecciones, o bien llevar adelante proyectos de ley para recortar los derechos ciudadanos. Este sería el caso del atentado del 9/11, luego del cual se dio inicio oficial a la “Guerra al Terrorismo”; y el del metro en Londres, que influyó ostensiblemente en la popularidad de Tony Blair, quien integra este selecto grupo. FIN A LAS SOBERANÍAS NACIONALES La periodista Cristina Martín afirma que Bilderberg pretende establecer un gobierno mundial, con una moneda, ejército y religión únicos. Asegura que la institución que les servirá para administrar este gobierno planetario es la Organización de Naciones Unidas (ONU), que coincidentemente fue edificada en Nueva York, en terrenos “donados” por el fundador del club: David Rockefeller. Esta institución internacional, según la periodista, perdió legitimidad desde sus inicios por la facultad de vetar a determinadas naciones, “pues más que una unión de naciones, parece una unión de intereses”. La española asegura que sus organismos se convertirán en ministerios, por ejemplo la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) en el Ministerio Mundial de la Agricultura; Unido (Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial) en el Ministerio Mundial de la Industria y Unesco (Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe) en el Ministerio Mundial de la Cultura y la Educación. La investigadora cree que desde la ONU se promovió una religión mundial, a través de la Carta de la Tierra, documento que pregona el inicio de una nueva espiritualidad universal, que entró en vigor a partir del 2000 y fue redactada por el ex presidente soviético, Mijail Gorbachov. Enfatiza que este organismo de la elite planetaria pretende terminar con las soberanías nacionales mediante el establecimiento de un gobierno mundial uniforme, lo que de concretarse suprimirá la identidad de los países. Señala que esto partió con la liberación de las barreras comerciales y ha seguido con los ámbitos más profundos que afectan al sistema social como la educación, salud y los medios de comunicación. Concluye que desde este punto de vista “podemos reconocer que el Club Bilderberg es el Sistema”, pues es capaz de influir y controlar desde lo aspectos más complejos hasta nuestra vida cotidiana, manipulando, indicándonos cómo vivir, y por supuesto, impidiéndonos avanzar en determinar el destino de nuestras comunidades. La investigación realizada por la periodista española indica que los objetivos puntuales de este grupo elitista, en función de establecer un gobierno global, son “el aniquilamiento progresivo de las soberanías nacionales y su transferencia a instituciones de carácter oligárquico y transnacional. Para, de este modo, alcanzar una soberanía supra-nacional de la elite intelectual y los bancos mundiales, por sobre la autodeterminación tradicional de las naciones”. EL CÍRCULO DE PODER Según el investigador Estulin, han asistido a las reuniones de Bilderberg los presidentes de entidades financieras como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Reserva Federal y el Banco Central Europeo; presidentes de las empresas más poderosas del mundo, como Daimler Chrysler, Coca Cola, Pepsi Co., Ford, General Motors, Novartis, Astra Zeneca, British Petroleum, Shell, Chase Manhattan Bank, UBS Warburg, Soros Fund Management, Kissinger and Associates, Nokia, Motorola, Ericsson, American Express, France Telecom, German Telecom, British Telecom, Goldman Sachs, Lazard Freres, Deutsche Bank, JP Morgan, Xerox, Microsoft, Oracle y EADS. También han participado secretarios de defensa y vicepresidentes de Estados Unidos, representantes de comités nacionales democráticos y republicanos, directores de la CIA y del FBI, secretarios generales de la Otan, todos los comisarios europeos, senadores y congresistas estadounidenses, primeros ministros europeos y líderes de los partidos de la oposición, gobernadores de los bancos centrales de todos los países europeos, los principales editores y los directores de los más importantes periódicos del mundo. El periodista norteamericano Jim Tucker, editor del American Free Press y quien desde hace más de 30 años sigue los pasos de este grupo, señala que en 2008 asistieron a la reunión anual personalidades de EE UU tremendamente influyentes como Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal; Donald Graham, presidente y consejero delegado del Washington Post; James Johnson, vicepresidente del Banco Perseus, quien formó parte de la comisión encargada de buscar al vicepresidente que acompañó la carrera presidencial de Barak Obama; Richard Perle, ex presidente del Consejo de Política de Defensa (2001-2003) y uno de los principales ejecutivos del American Enterprise Institute for Public Policy Research, un centro de pensamiento de derecha; Condoleezza Rice, ex secretaria de Estado; Mark Sanford, gobernador del sur de California y Paul Wolfowitz, ex subsecretario del Ministerio de Defensa y ex presidente del Banco Mundial. Según Tucker, entre los españoles invitados el año pasado aparecen Juan Luis Cebrián, consejero delegado del Grupo Prisa; Bernardino León Gross, secretario general de la presidencia de España; Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del Banco Santander; Joaquín Almunia, comisario de economía de la Unión Europea y la Reina Sofía de España, quien estaría asistiendo de manera permanente hace varios encuentros. La misma fuente reveló que en versiones anteriores participaron Rodrigo Rato (1992,1994), ex director gerente del Fondo Monetario Internacional; Pedro Solbes (1999), vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda; Jaime Carvajal de Urquijo (1982-1998), presidente de la Ford España, Dresdner Kleinwort Capital España, Ericsson España y ABB S.A. y Javier Solana (1985, 1998 y 2000), alto representante para la política exterior y de seguridad común de la Unión Europea y comandante en jefe de la Eufor, fuerza militar bajo las órdenes del Consejo de la Unión Europea. Además, el Club Bilderberg está ligado a dos organizaciones de carácter internacional. La Trilateral Commission (Comision Trilateral), que fue fundada por iniciativa de David Rockefeller, y que aglutina a personalidades destacadas de la economía y los negocios de las tres zonas principales de la economía capitalista: Norteamérica, Europa y Asía-Pacífico. Precisamente la inclusión de miembros de Japón es la principal diferencia con Bilderberg. Y el Council on Foreign Relations (Consejo de Relaciones Exteriores), organización estadounidense no partidista, dedicada a la política exterior, fundada en 1921 con base en Nueva York. Muchos creen que se trata de la entidad privada más poderosa por su influencia en la política exterior de los Estados Unidos. Publica la revista bimensual Foreign Affaire. Tiene una extensa página web que provee enlaces a su think tank, el programa de estudios David Rockefeller, otros programas y proyectos, publicaciones, historia, biografías de notables y otros miembros del directorio, miembros corporativos y notas de prensa, una sociedad cada vez menos secreta. Por Francisco Luna El Ciudadano

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