viernes, 3 de julio de 2009

Herbert West, Reanimador - Cap. 4

El grito del muerto
H.P. Lovecraft

(se me acabaron las imagenes)

El grito de un muerto fue lo que me hizo concebir aquel intenso horror hacia el doctor Herbert West, horror que enturbió los últimos años de nuestra vida en común. Es natural que una cosa como el grito de un muerto produzca horror, ya que, evidentemente, no se trata de un suceso agradable ni ordinario. Pero yo estaba acostumbrado a esta clase de experiencias; por tanto, lo que me afectó en esa ocasión fue cierta circunstancia especial. Quiero decir, que no fue el muerto lo que me asustó.


Herbert West, de quien era yo compañero y ayudante, poseía intereses científicos muy alejados de la rutina habitual de un médico de pueblo. Esa era la razón por la que, al establecer su consulta en Bolton, había elegido una casa próxima al cementerio. Dicho brevemente y sin paliativos, el único interés absorbente de West consistía en el estudio secreto de los fenómenos de la vida y de su culminación, encaminados a reanimar a los muertos inyectándoles una solución estimulante. Para llevar a cabo estos macabros experimentos era preciso estar constantemente abastecidos de cadáveres humanos muy frescos, porque aún la más mínima descomposición daña la estructura del cerebro humano. Y descubrimos que el preparado necesitaba una composición específica, según los diferentes tipos de organismos. Matamos docenas de conejos y cobayas para tratarlos, pero este camino no nos llevó a ninguna parte. West nunca había conseguido plenamente su objetivo porque nunca había podido disponer de un cadáver suficientemente fresco. Necesitaba cuerpos cuya vitalidad hubiera cesado muy poco antes; cuerpos con todas las células intactas, capaces de recibir nuevamente el impulso hacia esa forma de movimiento llamado vida. Había esperanzas de volver perpetua esta segunda vida artificial mediante repetidas inyecciones; pero habíamos averiguado que una vida natural ordinaria no respondía a la acción. Para infundir movimiento artificial debía quedar extinguida la vida nocturna: los ejemplares debían ser muy frescos, pero estar auténticamente muertos.

Habíamos empezado West y yo la pavorosa investigación siendo estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Miskatonic, de Arkham, profundamente convencidos desde un principio del carácter absolutamente mecanicista de la vida. Eso fue siete años antes; sin embargo, él no parecía haber envejecido ni un día: era bajo, rubio, de cara afeitada, voz suave, y con gafas; a veces había algún destello en sus fríos ojos azules que delataba el duro y creciente fanatismo de su carácter, efecto de sus terribles investigaciones. Nuestras experiencias habían sido a menudo espantosas en extremo, debidas a una reanimación defectuosa, al galvanizar aquellos grumos de barro de cementerio en un movimiento morboso, insensato y anormal, merced a diversas modificaciones de la solución vital.

Uno de los ejemplares había proferido un alarido escalofriante; otro se había levantado violentamente, nos había derribado dejándonos inconscientes, y había huido enloquecido, antes de que lograran cogerlo y encerrarlo tras los barrotes del manicomio; y un tercero, una monstruosidad nauseabunda y africana, había surgido de su poco profunda sepultura y había cometido una atrocidad... West había tenido que matarlo a tiros. No podíamos conseguir cadáveres lo bastante frescos como para que manifestasen algún vestigio de inteligencia al ser reanimados, de modo que forzosamente creábamos horrores indecibles. Era inquietante pensar que uno de nuestros monstruos, o quizá dos, aun vivían... tal pensamiento nos estuvo atormentando de manera vaga, hasta que finalmente West desapareció en circunstancias espantosas.

Pero en la época del alarido en el laboratorio del sótano de la aislada casa de Bolton, nuestros temores estaban subordinados a la ansiedad por conseguir ejemplares extremadamente frescos. West se mostraba más ávido que yo, de forma que casi me parecía que miraba con codicia el físico de cualquier persona viva y saludable. Fue en julio de 1910 cuando empezó a mejorar nuestra suerte en lo que a ejemplares se refiere. Yo me había ido a Illinois a hacerle una larga visita a mis padres, y a mi regreso encontré a West en un estado de singular euforia. Me dijo excitado que casi con toda probabilidad había resuelto el problema de la frescura de los cadáveres abordándolo desde un ángulo enteramente distinto: el de la preservación artificial. Yo sabía que trabajaba en un preparado nuevo sumamente original, así que no me sorprendió que hubiera dado resultado; pero hasta que me hubo explicado los detalles, me tuvo un poco perplejo sobre cómo podía ayudarnos dicho preparado en nuestro trabajo, ya que el enojoso deterioro de los ejemplares se debía ante todo al tiempo transcurrido hasta que caían en nuestras manos. Esto lo había visto claramente West, según me daba cuenta ahora, al crear un compuesto embalsamador para uso futuro, más que inmediato, por si el destino le proporcionaba un cadáver muy reciente y sin enterrar, como nos había ocurrido años antes, con el negro aquel de Bolton, tras el combate de boxeo. Por último, el destino se nos mostró propicio, de forma que en esta ocasión conseguimos tener en el laboratorio secreto del sótano un cadáver cuya corrupción no había tenido posibilidad de empezar aún. West no se atrevía a predecir qué sucedería en el momento de la reanimación, ni si podíamos esperar una revivificación de la mente y la razón. El experimento marcaría un hito en nuestros estudios, por lo que había conservado este nuevo cuerpo hasta mi regreso, a fin de que compartiésemos los dos el resultado de la forma acostumbrada.

West me contó cómo había conseguido el ejemplar. Había sido un hombre vigoroso; un extranjero bien vestido que se acababa de apear del tren, y que se dirigía a las Fábricas Textiles de Bolton a resolver unos asuntos. Había dado un largo paseo por el pueblo, y al detenerse en nuestra casa a preguntar el camino de las fábricas, había sufrido un ataque al corazón. Se negó a tomar un cordial, y cayo súbitamente muerto un momento después. Como era de esperar, el cadáver le pareció a West como llovido del cielo. En su breve conversación el forastero le había explicado que no conocía a nadie en Bolton; y tras registrarle los bolsillos después, averiguó que se trataba de un tal Robert Leavitt, de St. Louis, al parecer sin familia que pudiera hacer averiguaciones sobre su desaparición. Si no conseguía devolverlo a la vida, nadie se enteraría de nuestro experimento. Solíamos enterrar los despojos en una espesa franja de bosque que había entre nuestra casa y el cementerio de enterramientos anónimos. En cambio, si teníamos éxito, nuestra fama quedaría brillante y perpetuamente establecida. De modo que West había inyectado sin demora, en la muñeca del cadáver, el preparado que lo mantendría fresco hasta mi llegada. La posible debilidad del corazón, que a mi juicio haría peligrar el éxito de nuestro experimento, no parecía preocupar demasiado a West. Esperaba conseguir al fin lo que no había logrado hasta ahora: reavivar la chispa de la razón y devolverle la vida, quizá, a una criatura normal. De modo que la noche del 18 de julio de 1910, Herbert West y yo nos encontrábamos en el laboratorio del sótano, contemplando la figura blanca e inmóvil bajo la luz cegadora de la lámpara. El compuesto embalsamador había dado un resultado extraordinariamente positivo, pues al comprobar fascinado el cuerpo robusto que llevaba dos semanas sin que sobreviniese la rigidez, pedí a West que me diese garantías de que estaba verdaderamente muerto. Me las dio en el acto, recordándome que jamás administrábamos la solución reanimadora sin una serie de pruebas minuciosas para comprobar que no había vida, ya que en caso de subsistir el menor vestigio de vitalidad original no tendría ningún efecto. Cuando West se puso a hacer todos los preparativos, me quedé impresionado ante la enorme complejidad del nuevo experimento; era tanta, que no quiso confiar el trabajo a otras manos que las suyas. Y tras prohibirme tocar siquiera el cuerpo, inyectó primero una droga en la muñeca, cerca del sitio donde había pinchado para inyectarle el compuesto embalsamador. Ésta, dijo, neutralizaría el compuesto y liberaría los sistemas sumiéndolos en una relajación normal, de forma que la solución reanimadora pudiese actuar libremente al ser inyectada. Poco después, cuando se observó un cambio, y un leve temblor pareció afectar los miembros muertos, West colocó sobre la cara espasmódica una especie de almohada, la apretó violentamente y no la retiró hasta que el cadáver se quedó absolutamente inmóvil y listo para nuestro intento de reanimación. Él, pálido y entusiasta, se dedicó ahora a efectuar unas cuantas pruebas finales y someras para comprobar la absoluta carencia de vida, se apartó satisfecho y, finalmente, inyectó en el brazo izquierdo una dosis meticulosamente medida del elixir vital, preparado durante la tarde con más minuciosidad que nunca desde nuestros tiempos universitarios, en que nuestras hazañas eran nuevas e inseguras. No me es posible describir la tremenda e intensa incertidumbre con que esperamos los resultados de este primer ejemplar auténticamente fresco, el primero del que podíamos esperar razonablemente que abriese los labios y nos contase quizá, con voz inteligente, lo que había visto al otro lado del insondable abismo.

West era materialista, no creía en el alma, y atribuía toda función de la conciencia a fenómenos corporales; por consiguiente, no esperaba ninguna revelación sobre espantosos secretos de abismos y cavernas más allá de la barrera de la muerte. Yo no disentía completamente de su teoría, aunque conservaba vagos e instintivos vestigios de la primitiva fe de mis antecesores, de modo que no podía dejar de observar el cadáver con cierto temor y terrible expectación. Además... no podía borrar de mi memoria aquel grito espantoso e inhumano que oímos la noche en que intentamos nuestro primer experimento en la deshabitada granja de Arkham.

Había transcurrido muy poco tiempo cuando observé que el ensayo no iba a ser un fracaso total. Sus mejillas, hasta ahora blancas como la pared, habían adquirido un levísimo color, que luego se extendió bajo la barba incipiente, curiosamente amplia y arenosa. West, que tenía la mano puesta en el pulso de la muñeca izquierda del ejemplar, asintió de pronto significativamente; y casi de manera simultánea, apareció un vaho en el espejo inclinado sobre la boca del cadáver. Siguieron unos cuantos movimientos musculares espasmódicos, y a continuación una respiración audible y un movimiento visible del pecho. Observé los párpados cerrados y me pareció percibir un temblor. Después, se abrieron y mostraron unos ojos grises, serenos y vivos, aunque todavía sin inteligencia, ni siquiera curiosidad. Movido por una fantástica ocurrencia, susurré unas preguntas en la oreja cada vez más colorada; unas preguntas sobre otros mundos cuyo recuerdo aún podía estar presente. Era el terror lo que las extraía de mi mente; pero creo que la última que repetí, fue: "¿Dónde has estado?". Aún no sé si me contestó o no, ya que no brotó ningún sonido de su bien formada boca; lo que sí recuerdo es que en aquel instante creí firmemente que los labios delgados se movieron ligeramente, formando sílabas que yo habría vocalizado como "sólo ahora", si la frase hubiese tenido sentido o relación con lo que le preguntaba. En aquel instante me sentí lleno de alegría, convencido de que habíamos alcanzado el gran objetivo y que, por primera vez, un cuerpo reanimado había pronunciado palabras movido claramente por la verdadera razón. Un segundo después, ya no cupo ninguna duda sobre el éxito, ninguna duda de que la solución había cumplido cabalmente su función, al menos de manera transitoria, devolviéndole al muerto una vida racional y articulada... Pero con ese triunfo me invadió el más grande de los terrores... no a causa del ser que había hablado, sino por la acción que había presenciado, y por el hombre a quien me unían las vicisitudes profesionales. Porque aquel cadáver fresco, cobrando conciencia finalmente de forma aterradora, con los ojos dilatados por el recuerdo de su última escena en la tierra, manoteó frenético en una lucha de vida o muerte con el aire y, de súbito, se desplomó en una segunda y definitiva disolución, de la que ya no pudo volver, profiriendo un grito que resonará eternamente en mi cerebro atormentado:

-¡Auxilio! ¡Aparta, maldito demonio pelirrojo... aparta esa condenada aguja!

jueves, 2 de julio de 2009

Acelerador de hadrones, "Maquina de Dios" está lista para funcionar a finales de año

Acelerador de hadrones
Más de 10 mil científicos han intervenido en el proyecto a lo largo de 20 años.

GINEBRA, julio 01.- El sistema de obtención, procesamiento e intercambio de datos producidos por el mayor acelerador de hadrones del mundo (LHC) -conocido como "Máquina de Dios"- ha sido probado con éxito, según informó el Centro Europeo de Física de Partículas (CERN).

Este sistema de procesamiento de datos, denominado LHC Computing Grid (WLCG), ha sido probado intensamente durante la última semana y el resultado ha sido el esperado por los científicos del CERN, que consideran que está listo para cuando el LHC empiece a funcionar a finales de año.

Está previsto que el acelerador de partículas comience a funcionar en el último trimestre de 2009, un año después de la avería ocurrida el pasado 19 de septiembre, que dejó en suspenso el inicio del experimento.

En él se han invertido más de 20 años de trabajo conjunto de 10 mil científicos del mundo entero.

Cuando el colisionador funcione en su totalidad, se producirán cientos de millones de choques frontales de partículas a una velocidad próxima a la luz.

En ese momento se recrearán los instantes posteriores al Big Bang, lo que dará informaciones claves sobre la formación del universo y confirmará o rebatirá la teoría estándar de la física, basada en el bosón de Higgs.

La existencia de esa partícula, que debe su nombre al científico que hace 30 años predijo su existencia, se considera indispensable para explicar por qué las partículas elementales tienen masa y por qué las masas son tan diferentes entre ellas.

La información que proporcionen las colisiones será recogida y procesada por cuatro enormes detectores -ATLAS, ALICE, LHCb y CMS- que tendrán que "entender" los datos -15 millones de gigabytes de información al año- que luego serán distribuidos a 140 centros de cómputo en 33 países para ser analizados y estudiados.

La primera prueba, realizada a comienzos de septiembre de manera exitosa, demostró al menos que la alarma creada por supuestos científicos que advertían de que el LHC crearía un agujero negro que se tragaría el universo estaba totalmente infundada.

Descubren nuevo tipo de agujero negro 500 veces más grande que el Sol


Hasta ahora sólo había pruebas de agujeros negros de masas inferiores a 100 veces la del Sol, por lo que el hallazgo confirma la hipótesis que rondaba en los astrónomos.

LONDRES, julio 02.- Un equipo de científicos británicos ha detectado la existencia de un agujero negro con una masa superior en 500 veces a la del sol, un revolucionario descubrimiento que prueba que los agujeros de "masa intermedia" son una realidad.

El hallazgo, realizado en la galaxia ESO 243-49, publicado en la revista científica británica "Nature", aporta la primera prueba empírica de la existencia de este tipo de agujeros negros, que han sido objeto de controversia entre los astrónomos durante los últimos años.

Hasta ahora, había pruebas de agujeros negros de masas inferiores a 100 veces la del Sol, que surgen como resultado de la explosión de estrellas gigantes.

Del mismo modo, también había evidencia de que existen agujeros negros "súper masivos" cuya masa es millones de veces superior a la del sol y se ocultan en el corazón de muchas galaxias, incluyendo la vía Láctea.

Sin embargo, los expertos se han preguntado durante mucho tiempo si es posible que existiera un agujero negro de tamaño medio, ni tan pequeño ni tan grande como los observados.

Ahora, un equipo de científicos de la Universidad de Leicester (Reino Unido) dirigido por Sean Farrel ha observado una señal ultraluminosa de rayos X desde la galaxia ESO 243-49 que, en virtud de los análisis efectuados, hospeda un agujero negro con una masa 500 veces superior a la del sol.

Fuente: EFE

miércoles, 1 de julio de 2009

Herbert West, Reanimador - Cap. 3

Seis disparos a la luz de la luna
H.P. Lovecraft

No es corriente descargar los seis tiros de un revólver con toda precipitación, cuando uno sólo habría sido sin duda suficiente; pero hubo muchas cosas en la vida de Herbert West que no eran corrientes.



No es habitual, por ejemplo, que un médico recién salido de la universidad se vea obligado a ocultar los motivos que lo impulsan a elegir determinada casa y consulta; sin embargo, ese fue el caso de Herbert West. Cuando obtuvimos él y yo el título de la Facultad de Medicina de la Universidad Miskatonic, y tratamos de paliar nuestra penuria instalándonos como facultativos de medicina general, tuvimos mucho cuidado en ocultar que habíamos elegido nuestra casa por su aislamiento y su proximidad al cementerio.

Un deseo de soledad de esta naturaleza rara vez carece de motivos; y como es natural, nosotros los teníamos también. Nuestras necesidades se debían a un trabajo claramente impopular. Externamente éramos médicos tan solo; pero por debajo de esa superficie había objetivos de una importancia mucho más grande y terrible, ya que lo esencial en la vida de Herbert West era la búsqueda en las negras y prohibidas regiones de lo desconocido, en las que esperaba descubrir el secreto de la vida, y de devolver la animación perpetua al barro frío del cementerio. Una búsqueda de ese género requiere extraños materiales, entre ellos, cadáveres humanos recientes; y para mantenerse abastecido de tales elementos indispensables, uno debe vivir discretamente, y no muy lejos de un lugar de enterramientos anónimos.

West y yo nos habíamos conocido en la universidad, y fui el único que simpatizó con sus espantosos experimentos. Gradualmente me había convertido en su ayudante inesperado, y ahora que abandonábamos la Universidad teníamos que seguir juntos. No era fácil que dos doctores encontraran salida juntos; pero finalmente, por influencia de la universidad, se nos proporcionó una consulta en Bolton, pueblo industrial próximo a Arkham, la sede universitaria. Las fábricas textiles de Bolton son las más grandes del valle de Miskatonic, y sus operarios políglotas no han sido jamás pacientes gratos para los médicos de la localidad. Elegimos nuestra casa con el mayor cuidado, y adoptamos finalmente un edificio ruinoso, próximo al final de la Calle Pond, a cinco números de nuestro vecino más cercano. Y separada del cementerio tan sólo por una extensión de pradera cortada por una estrecha franja de espeso bosque que hay al norte. Dicha distancia era mayor de lo que hubiéramos deseado; pero no encontramos una casa más cerca, a menos que nos hubiésemos instalado en el otro lado del prado, lo que quedaba muy retirado del distrito industrial. Pero no estábamos demasiado descontentos ya que no teníamos vecinos entre nosotros y nuestra siniestra fuente de abastecimiento. El camino era algo largo, pero podíamos transportar nuestros mudos ejemplares sin que nadie nos molestase. Nuestro trabajo fue sorprendentemente abundante desde el principio mismo... lo bastante abundante como para satisfacer a la mayoría de los jóvenes doctores, y lo bastante abundante para resultar un aburrimiento y una pesadez para aquellos estudiosos cuyo verdadero interés residía en otra cosa. Los trabajadores de las fábricas eran de inclinación algo turbulentas; así que además de sus numerosas necesidades de asistencia médica, sus frecuentes golpes, cuchilladas y pendencias nos daban mucho trabajo. Pero lo que verdaderamente acaparaba nuestro interés era el laboratorio secreto que habíamos instalado en el sótano: un laboratorio con su mesa larga bajo las luces eléctricas donde, en las primeras horas de la madrugada, inyectábamos a menudo las diversas soluciones de West en las venas de los despojos que sacábamos de la fosa común. West experimentaba, febrilmente, tratando de encontrar algo que pusiese en marcha de nuevo los movimientos vitales, tras haberlos interrumpido ese fenómeno que llamamos muerte; pero chocaba con los más horrorosos obstáculos. La solución debía tener una composición especial según los distintos tipos: la que servía para los conejillos de Indias no valía para los seres humanos, y cada clase requería sensibles modificaciones. Los cuerpos tenían que ser excepcionalmente frescos, dado que una ligera descomposición del tejido cerebral hacía imposible que la reanimación fuese perfecta. En efecto, el mayor problema estaba en conseguir cadáveres suficientemente frescos... West había tenido experiencias horribles durante sus investigaciones secretas en la universidad, con cadáveres de dudosa calidad. Las consecuencias de una animación parcial o imperfecta eran mucho más horrendas que los fracasos totales, y los dos teníamos recuerdos pavorosos de ese tipo de resultados. Desde nuestra primera sesión demoníaca en la granja deshabitada de Meadow Hill, Arkham, no habíamos dejado de sentir una secreta amenaza; y West, aunque en casi todos los sentidos era un autómata frío, científico, rubio y de ojos azules, confesaba a menudo, con un estremecimiento, que le parecía que era víctima de una furtiva persecución. Tenía la impresión de que lo seguían; ilusión psíquica debida a sus nervios trastornados, y aumentada por el hecho innegablemente perturbador de que al menos uno de nuestros tres ejemplares reanimados aún seguía vivo: se trataba de un ser espantoso y carnívoro, el cual permanecía encerrado en una celda acolchada de Sefton. Había otro, además el primero, cuyo exacto destino nunca llegamos a saber.

Tuvimos bastante suerte con los ejemplares de Bolton, mucha más que con los de Arkham. Aún no hacía una semana que estábamos instalados cuando nos apoderamos de una víctima de accidente la misma noche de su entierro, y conseguimos que abriese los ojos con una expresión asombrosamente lúcida, antes de que fallara la solución. Había perdido un brazo... De haber tenido el cuerpo íntegro, quizá hubiéramos tenido mas suerte. Entre esa fecha y el siguiente mes de enero efectuamos tres ensayos más: uno fue un fracaso total; en otro, conseguimos un claro movimiento muscular; en cuanto al tercero, el resultado fue estremecedor: se levantó por sí solo y emitió un sonido gutural. Luego vino un periodo de mala suerte; descendió el número de entierros, y los que se efectuaban eran de ejemplares demasiado enfermos o mutilados para poderlos aprovechar nosotros. Seguíamos la pista a todas las defunciones y circunstancias en que éstas ocurrían con un cuidado sistemático.

Una noche de marzo, sin embargo, conseguimos inesperadamente un ejemplar que no provenía de la fosa común. El puritanismo imperante en Bolton tenía prohibida la práctica del boxeo, lo que no dejaba de tener las lógicas consecuencias. Los combates mal dirigidos entre los obreros eran cosa corriente, y de vez en cuando traían de fuera algún campeón profesional de escasa categoría. Esa noche de finales de invierno habían celebrado un combate de este tipo, evidentemente con desastrosas consecuencias, ya que vinieron a buscarnos dos polacos asustados, suplicándonos en un lenguaje casi incoherente que atendiésemos un caso muy secreto y desesperado. Los seguimos hasta un cobertizo abandonado, donde todavía quedaba un grupo de espectadores extranjeros observando asustados un cuerpo negro que yacía exánime en el suelo. En el combate se habían enfrentado Kid O'Brien (un joven torpe y ahora tembloroso, con una nariz ganchuda muy poco irlandesa) , y Buck Robinson, "EI Betún de Harlem". El negro había sido noqueado; y tras un breve examen, nos dimos cuenta de que no se recuperaría. Era un ser repugnante, con pinta de gorila, unos brazos anormalmente largos que me parecían de manera inevitable patas anteriores, y una cara que irremediablemente hacía pensar en los secretos insondables del Congo, en las llamadas de tam-tam bajo una luna misteriosa. El cuerpo debió de tener peor aspecto en vida, pero el mundo contiene muchas fealdades. Aquella gente despreciable estaba asustada, ya que no sabían qué podía exigirles la ley si el caso llegaba a conocerse; y se sintieron agradecidos cuando West, a pesar de mis involuntarios estremecimientos, se ofreció a librarlos del cuerpo en secreto... puesto que conocía muy bien sus intenciones.

Había una luna resplandeciente sobre el paisaje sin nieve; pero vestimos el cadáver y lo llevamos a casa entre los dos por las calles desiertas y el campo, del mismo modo que transportamos un cadáver parecido una horrible noche en Arkham. Nos dirigimos a casa por el campo de atrás; entramos el ejemplar por la puerta trasera, lo bajamos al sótano y lo preparamos para nuestro experimento habitual. Nuestro miedo a la policía era absurdamente considerable, aunque habíamos calculado nuestro recorrido de forma que no nos tropezamos con el guardia que hacía ronda por aquel distrito.

El resultado fue enojosamente decepcionante. Con su aspecto horrendo, nuestra presa fue totalmente insensible a todas las soluciones que inyectamos en su negro brazo. De modo que, como se acercaba peligrosamente la hora del amanecer, hicimos lo mismo que con los demás: lo llevamos a rastras por el prado hasta la franja de bosque próxima al cementerio de enterramientos anónimos, y lo enterramos allí en la mejor sepultura que la helada tierra nos permitió. La fosa no era demasiado honda, pero era tan buena como la del ejemplar anterior, aquel que se había levantado y había proferido un grito. A la luz de nuestras linternas oscuras, lo cubrimos cuidadosamente con hojas y ramas secas, seguros de que la policía no lo descubriría jamás en un bosque tan oscuro y espeso. Al día siguiente me sentí alarmado, ya que un paciente me trajo la noticia de que se sospechaba que habían celebrado un combate y que había muerto alguien. West tenía otro motivo de preocupación: por la tarde lo habían llamado para que atendiese un caso que acabó de forma amenazadora. Una italiana se había puesto histérica porque se le había extraviado el hijo, un chiquillo de cinco años, que había desaparecido por la mañana y no había vuelto para comer, y presentaba síntomas sumamente alarmantes dado que padecía del corazón. Era un histerismo estúpido, ya que el chico se había escapado más de una vez; pero los campesinos italianos son extraordinariamente supersticiosos, y esta mujer parecía tan angustiada por los presagios como por los hechos. Hacia las siete de la noche la mujer falleció, y su frenético marido armó un escándalo espantoso, empeñado en matar a West, a quien culpaba furiosamente de no haberle salvado la vida. Los amigos lo sujetaron cuando lo vieron sacar un cuchillo, pero West se marchó en medio de inhumanos alaridos, maldiciones y juramentos de venganza. En su último dolor, el hombre parecía haberse olvidado de su hijo, que aún no había regresado, entrada ya la noche. Se habló de buscarlo en el bosque, pero la mayoría de los amigos de la familia se ocuparon de la difunta y del vociferante marido. Total, la tensión nerviosa a que se vio sometido West fue sin duda tremenda. El pensar en la policía y en el italiano loco lo agobiaba tremendamente.

Nos retiramos a descansar alrededor de las once, pero yo no dormí bien. Bolton contaba con un cuerpo de policías sorprendentemente eficaz pese a ser un pueblo pequeño; y yo no paraba de pensar en el escándalo que se provocaría si se llegaba a descubrir lo ocurrido la noche anterior. Podía significar el fin de nuestro trabajo en la localidad... y quizá la cárcel para los dos. Me inquietaban los rumores que corrían acerca del combate de boxeo. Pasadas las tres, el resplandor de la luna me dio en los ojos, pero me volví sin levantarme a cerrar la persiana. Luego sonaron unos golpes enérgicos en la puerta de atrás. Permanecí inmóvil, algo aturdido; poco después oí a West llamar a mi puerta. Estaba en bata y zapatillas, y tenía en las manos un revólver y una linterna eléctrica. Al ver el revólver comprendí que pensaba más en el enajenado italiano que en la policía.

-Será mejor que bajemos los dos -susurró-. No estaría bien no contestar; quizá sea un paciente... sería muy propio de uno de esos idiotas llamar por la puerta de atrás.

Así que bajamos los dos sigilosamente, con un temor en parte justificado, y en parte debido sólo al misterio de las primeras horas de la madrugada. Volvieron a llamar, un poco más fuerte. Al llegar a la puerta, corrí el cerrojo cautelosamente y abrí de par en par. Al revelarnos la luz de la luna la figura que teníamos delante, West hizo algo muy extraño. A pesar del evidente peligro de atraer sobre nuestras cabezas la temida investigación policial (cosa que felizmente evitamos por el relativo aislamiento de nuestra casa), mi amigo, súbita, excitada e innecesariamente, vació las seis recámaras de su revólver sobre nuestro nocturno visitante. Porque no se trataba del italiano ni del policía. Recortándose horrendamente contra la luna espectral había un ser gigantesco y deforme, inconcebible salvo en las pesadillas. Era una aparición de ojos vidriosos, negra, y casi a cuatro patas, cubierta de hojas y ramas y barro, y sucia de sangre coagulada, la cual mostraba entre sus dientes relucientes una cosa cilíndrica, terrible, blanca como la nieve, que terminaba en una mano diminuta.

martes, 30 de junio de 2009

Periodista de la BBC capta fantasma en un Museo

Fantasma BBC museo
Foto: BBC

Una rara formación luminosa fue captada por la cámara de un reportero de la cadena inglesa. Todos tienen diferentes hipótesis para explicarla.

junio.- Un periodista de la BBC que estaba sacando fotos en el museo dedicado al médico Edward Jenner, creador de la vacuna contra la viruela, podría haber captado la instantanea de un fantasma.

"Es una rara formación luminosa que muestra una figura misteriosa junto a una puerta. Estoy seguro de que no se debió a la luz del sol o al polvo que había en el aire" ha manifestado Chris Sandys, que trabaja en la redacción de la BBC en Gloucestershire (Reino Unido), el condado en el que se encuentra el museo.

Sarah Parker, su directora, ha mostrado su asombro por lo que considera una imagen inexplicable. "Tal vez podría ser la imagen espectral de alguno de los sirvientes del doctor Jenner".

lunes, 29 de junio de 2009

Herbert West, Reanimador - Cap. 2

El demonio de la peste
H.P. Lovecraft


Jamás olvidaré aquel espantoso verano, hace dieciséis años, en que, como un demonio maligno de las moradas de Eblis, se propagó el tifus solapadamente por toda Arkham. Muchos recuerdan ese año por dicho azote satánico, ya que un auténtico terror se cernió con membranosas alas sobre los ataúdes amontonados en el cementerio de la Iglesia de Cristo; sin embargo, hay un horror mayor aún que data de esa época: un horror que sólo yo conozco, ahora que Herbert West ya no está en este mundo.


West y yo hacíamos trabajos de postgraduación en el curso de verano de la Facultad de Medicina de la Universidad Miskatonic, y mi amigo había adquirido gran notoriedad debido a sus experimentos encaminados a la revivificación de los muertos. Tras la matanza científica de innumerables bestezuelas, la monstruosa labor quedó suspendida aparentemente por orden de nuestro escéptico decano, el doctor Allan Halsey; pero West había seguido realizando ciertas pruebas secretas en la sórdida pensión donde vivía, y en una terrible e inolvidable ocasión se había apoderado de un cuerpo humano de la fosa común, transportándolo a una granja situada a otro lado de Meadow Hill. Yo estuve con él en aquella ocasión, y lo vi inyectar en las venas exánimes el elíxir que, según él, restablecería en cierto modo los procesos químicos y físicos. El experimento había terminado horriblemente en un delirio de terror que poco a poco llegamos a atribuir a nuestros nervios sobreexcitados, West ya no fue capaz de librarse de la enloquecedora sensación de que lo seguían y perseguían. El cadáver no estaba lo bastante fresco; es evidente que para restablecer las condiciones mentales normales el cadáver debe ser verdaderamente fresco; por otra parte, el incendio de la vieja casa nos había impedido enterrar el ejemplar. Habría sido preferible tener la seguridad de que estaba bajo tierra.

Después de esa experiencia, West abandonó sus investigaciones durante algún tiempo: pero lentamente recobró su celo de científico nato, y volvió a importunar a los profesores de la Facultad pidiéndoles permiso para hacer uso de la sala de disección y ejemplares humanos frescos para el trabajo que él consideraba tan tremendamente importante. Pero sus súplicas fueron completamente inútiles, ya que la decisión del doctor Halsey fue inflexible, y todos los demás profesores apoyaron el veredicto de su superior. En la teoría fundamental de la reanimación no veían sino extravagancias inmaduras de un joven entusiasta cuyo cuerpo delgado, cabello amarillo, ojos azules y miopes, y suave voz no hacían sospechar el poder supranomal "casi diabólico" del cerebro que albergaba en su interior. Aún lo veo como era entonces y me estremezco. Su cara se volvió más severa, aunque no más vieja. Y ahora Sefton carga con la desgracia, y West ha desaparecido.

West chocó desagradablemente con el Doctor Halsey casi al final de nuestro ultimo año de carrera, en una disputa que le reportó menos prestigio a él que al bondadoso decano en lo que a cortesía se refiere. Afirmaba que este hombre se mostraba innecesariamente e irracionalmente grande; una obra que deseaba comenzar mientras tenía la oportunidad de disponer de las excepcionales instalaciones de la facultad. El que los profesores, apegados a la tradición, ignorasen los singulares resultados tenidos en animales, y persistiesen en negar la posibilidad de reanimación, era indeciblemente indignante, y casi incomprensibles para un joven del temperamento lógico de West. Sólo una mayor madurez podía ayudarlo a entender las limitaciones mentales crónicas del tipo "doctor-profesor", producto de generaciones de puritanos mediocres, bondadosos, conscientes, afables y corteses, a veces, pero siempre rígidos, intolerantes, esclavos de las costumbres y carentes de perspectivas. El tiempo es más caritativo con estas personas incompletas aunque de alma grande, cuyo defecto fundamental, en realidad, es la timidez, y las cuales reciben finalmente el castigo de la irrisión general por sus pecados intelectuales: su ptolemismo, su calvinismo, su antidarwinismo, su antinietzaheísmo, y por toda clase de sabbatarinanismo y leyes suntuarias que practican. West, joven a pesar de sus maravillosos conocimientos científicos, tenía escasa paciencia con el buen doctor Halsey y sus eruditos colegas, y alimentaba un rencor cada vez más grande, acompañado de un deseo de demostrar la veracidad de sus teorías a estas obtusas dignidades de alguna forma impresionante y dramática. Y, como la mayoría de los jóvenes, se entregaba a complicados sueños de venganza, de triunfo y de magnánima indulgencia final. Y entonces había surgido el azote, sarcástico y letal, de las cavernas pesadillescas del Tártaro. West y yo nos habíamos graduado cuando empezó, aunque seguíamos en la Facultad, realizando un trabajo adicional del curso de verano, de forma que aún estábamos en Arkham cuando se desató con furia demoníaca en toda la ciudad. Aunque todavía no estábamos autorizados para ejercer, teníamos nuestro título, y nos vimos frenéticamente requeridos a incorporarnos al servicio público, al aumentar él número de los afectados.

La situación se hizo casi incontrolable, y las defunciones se producían con demasiada frecuencia para que las empresas funerarias de la localidad pudieran ocuparse satisfactoriamente de ellas. Los entierros se efectuaban en rápida sucesión, sin preparación alguna, y hasta el cementerio de la Iglesia de Cristo estaba atestado de ataúdes de muertos sin embalsamar. Esta circunstancia no dejó de tener su efecto en West, que a menudo pensaba en la ironía de la situación: tantísimos ejemplares frescos y, sin embargo, ¡ninguno servía para sus investigaciones! Estábamos tremendamente abrumados de trabajo, y una terrible tensión mental y nerviosa sumía a mi amigo en morbosas reflexiones. Pero los afables enemigos de West no estaban enfrascados en agobiantes deberes. La facultad había sido cerrada, y todos los doctores adscritos a ella colaboraban en la lucha contra la epidemia de tifus. El doctor Halsey, sobre todo, se distinguía por su abnegación, dedicando toda su enorme capacidad, con sincera energía, a los casos que muchos otros evitaban por el riesgo que representaban, o por juzgarlos desesperados. Antes de terminar el mes, el valeroso decano se había convertido en héroe popular aunque él no parecía tener conciencia de su fama, y se esforzaba en evitar el desmoronamiento por cansancio físico y agotamiento nervioso. West no podía por menos de admirar la fortaleza de su enemigo; pero precisamente por esto estaba más decidido aún a demostrarle la verdad de sus asombrosas teorías. Una noche, aprovechando la desorganización que reinaba en el trabajo de la Facultad y las normas sanitarias municipales, se las arregló para introducir camufladamente el cuerpo de un recién fallecido en la sala de disección, y le inyectó en mi presencia una nueva variante de su solución. El cadáver abrió efectivamente los ojos, aunque se limitó a fijarlos en el techo con expresión de paralizado horror, antes de caer en una inercia de la que nada fue capaz de sacarlo. West dijo que no era suficientemente fresco; el aire caliente del verano no beneficia los cadáveres. Esa vez estuvieron a punto de sorprendernos antes de incinerar los despojos, y West no consideró aconsejable repetir esta utilización indebida del laboratorio de la facultad.

El apogeo de la epidemia tuvo lugar en agosto. West y yo estuvimos a punto de sucumbir; en cuanto al doctor Halsey, falleció el día catorce. Todos los estudiantes asistieron a su precipitado funeral el día quince, y compraron una impresionante corona, aunque casi la ahogaban los testimonios enviados por los ciudadanos acomodados de Arkham y las propias autoridades del municipio. Fue casi un acontecimiento público, dado que el decano había sido un verdadero benefactor para la ciudad. Después del sepelio, nos quedamos bastantes deprimidos, y pasamos la tarde en el bar de la Casa Comercial, donde West, aunque afectado por la muerte de su principal adversario, nos hizo estremecer a todos hablándonos de sus notables teorías. Al oscurecerse, la mayoría de los estudiantes regresaron a sus casas o se incorporaron a sus diversas publicaciones, pero West me convenció para que lo ayudase a "sacar partida de la noche". La patrona de West nos vio entrar en la habitación alrededor de las dos de la madrugada, acompañados de un tercer hombre, y le contó a su marido que se notaba que habíamos cenado y bebido demasiado bien. Aparentemente, la avinagrada patrona tenía razón; pues hacia las tres, la casa entera se despertó con los gritos procedentes de la habitación de West, cuya puerta tuvieron que echar abajo para encontrarnos a los dos inconscientes, tendidos en la alfombra manchada de sangre, golpeados, arañados y magullados, con trozos de frascos e instrumentos esparcidos a nuestro alrededor. Sólo la ventana abierta revelaba qué había sido de nuestro asaltante, y muchos se preguntaron qué le habría ocurrido, después del tremendo salto que tuvo que dar desde el segundo piso al césped. Encontraron ciertas ropas extrañas en la habitación, pero cuando West volvió en sí, explicó que no pertenecían al desconocido, sino que eran muestras recogidas para su análisis bacteriológico, lo cual formaba parte de sus investigaciones sobre la transmisión de enfermedades infecciosas. Ordenó que las quemasen inmediatamente en la amplia chimenea. Ante la policía, declaramos ignorar por completo la identidad del hombre que había estado con nosotros. West explicó con nerviosismo que se trataba de un extranjero afable al que habíamos conocido en un bar de la ciudad que no recordábamos. Habíamos pasado un rato algo alegres y West y yo no queríamos que detuviesen a nuestro belicoso compañero.

Esa misma noche presenciamos el comienzo del segundo horror de Arkham; horror que, para mí, iba a eclipsar a la misma epidemia. El cementerio de la Iglesia de Cristo fue escenario de un horrible asesinato; un vigilante había muerto a arañazos, no sólo de manera indescriptiblemente espantosa, sino que había dudas de que el agresor fuese un ser humano. La víctima había sido vista con vida bastante después de la medianoche, descubriéndose el incalificable hecho al amanecer. Se interrogó al director de un circo instalado en el vecino pueblo de Bolton, pero éste juró que ninguno de sus animales se había escapado de su jaula. Quienes encontraron el cadáver observaron un rastro de sangre que conducía a la tumba reciente, en cuyo cemento había un pequeño charco rojo, justo delante de la entrada. Otro rastro más pequeño se alejaba en dirección al bosque; pero se perdía enseguida.

A la noche siguiente, los demonios danzaron sobre los tejados de Arkham, y una desenfrenada locura aulló en el viento. Por la enfebrecida ciudad anduvo suelta una maldición, de la que unos dijeron que era más grande que la peste, y otros murmuraban que era el espíritu encarnado del mismo mal. Un ser abominable penetró en ocho casas sembrando la muerte roja a su paso... dejando atrás el mudo y sádico monstruo un total de diecisiete cadáveres, y huyendo después. Algunas personas que llegaron a verlo en la oscuridad dijeron que era blanco y como un mono malformado o monstruo antropomorfo. No había dejado entero a nadie de cuantos había atacado, ya que a veces había sentido hambre. El número de víctimas ascendía a catorce; a las otras tres las había encontrado ya muertas al irrumpir en sus casas, víctimas de la enfermedad.

La tercera noche, los frenéticos grupos dirigidos por la policía lograron capturarlo en una casa de la Calle Crane, cerca del campus universitario. Habían organizado la batida con toda minuciosidad, manteniéndose en contacto mediante puestos voluntarios de teléfono; y cuando alguien del distrito de la universidad informó que había oído arañar en una ventana cerrada, desplegaron inmediatamente la red. Debido a las precauciones y a la alarma general, no hubo más que otras dos víctimas, y la captura se efectuó sin más accidentes. La criatura fue detenida finalmente por una bala; aunque no acabó con su vida, y fue trasladada al hospital local, en medio del furor y la abominación generales, porque aquel ser había sido humano. Esto quedó claro, a pesar de sus ojos repugnantes, su mutismo simiesco, y su salvajismo demoníaco. Le vendaron la herida y lo trasladaron al manicomio de Sefton, donde estuvo golpeándose la cabeza contra las paredes de una celda acolchada durante dieciséis años, hasta un reciente accidente, a causa del cual escapó en circunstancias de las cuales a nadie le gusta hablar. Lo que más repugnó a quienes lo atraparon en Arkham fue que, al limpiarle la cara a la monstruosa criatura, observaron en ella una semejanza increíble y burlesca con un mártir sabio y abnegado al que habían enterrado hacia tres días: el difunto doctor Allan Halsey, benefactor público y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Miskatonic.

Para el desaparecido Herbert West, y para mí, la repugnancia y el horror fueron indecibles. Aun me estremezco, esta noche, mientras pienso en todo ello, y tiemblo más aún de lo que temblé aquella mañana en que West murmuró entre sus vendajes:

-¡Maldita sea, no estaba bastante fresco!


viernes, 26 de junio de 2009

Extraño destello deja atónitas a diez provincias en Argentina


Destello en Argentina. Foto: Gentileza Infobae

BUENOS AIRES, junio 25, 2009.
Asombrados y atónitos se encuentran los habitantes de al menos diez provincias del noroeste de Argentina.

Esto a raíz de un extraño resplandor del cual fueron testigos pobladores en horas de la madrugada y del que aún no se conocen mayores antecedentes.

El fenómeno se produjo pasado las 6:00 horas local los medios trasandinos recogieron varios reportes de camioneros que fueron testigos mientras transitaban por las carreteras.

“Se iluminó todo, fue como un flash. No sabía qué pensar y cuando escuché que lo habían visto desde distintos lados me asusté un poco", relató uno de los transportistas.

Autoridades de la Fuerza Aérea atribuyen el insólito resplandor a la luminosidad del planeta Venus o a un meteorito de grandes dimensiones que eventualmente pudo haber caído sobre esa zona.

jueves, 25 de junio de 2009

Herbert West, Reanimador - Cap. 1

De la oscuridad
H.P. Lovecraft

De Herbert West, amigo mío durante el tiempo de la universidad y posteriormente, no puedo hablar sino con extremo terror.


Terror que no se debe totalmente a la forma siniestra en que desapareció recientemente, sino que tuvo origen en la naturaleza entera del trabajo de su vida, y adquirió gravedad por primera vez hará más de diecisiete años, cuando estábamos en tercer año de nuestra carrera, en la Facultad de Medicina de la Universidad Miskatonic de Arkham. Mientras estuvo conmigo, lo prodigioso y diabólico de sus experimentos me tuvieron completamente fascinado, y fui su más intimo compañero. Ahora que ha desaparecido y se ha roto el hechizo, mi miedo es aún mayor. Los recuerdos y las posibilidades son siempre más terribles que la realidad.


El primer incidente horrible durante nuestra amistad supuso la mayor impresión que yo había llevado hasta entonces, y me cuesta tenerlo que repetir. Ocurrió, como digo, cuando estábamos en la Facultad de Medicina, donde West se había hecho ya famoso con sus descabelladas teorías sobre la naturaleza de la muerte y la posibilidad de vencerla artificialmente. Sus opiniones, muy ridiculizadas por el profesorado y los compañeros, giraban en torno a la naturaleza esencialmente mecanicista de la vida, y se referían al modo de poner en funcionamiento la maquinaria orgánica del ser humano mediante una acción química calculada, después de fallar los procesos naturales. Con el fin de experimentar diversas soluciones reanimadoras, había matado y sometido a tratamiento a numerosos conejos, cobayas, gatos, perros y monos, hasta convertirse en la persona más enojosa de la Facultad. Varias veces había logrado obtener signos de vida en animales supuestamente muertos; en muchos casos, signos violentos de vida; pero pronto se dio cuenta de que la perfección, de ser efectivamente posible, comportaría necesariamente toda una vida dedicada a la investigación. Así mismo, vio claramente que, puesto que la misma solución no actuaba del mismo modo en diferentes especies orgánicas, necesitaba disponer de sujetos humanos si quería lograr nuevos y más especializados progresos. Y aquí es donde chocó con las autoridades universitarias y le fue retirado el permiso para efectuar experimentos, nada menos que por el propio decano de la Facultad de Medicina, el sabio y bondadoso doctor Allan Hales, cuya obra en pro de los enfermos es recordada por todos los vecinos antiguos de Arkham.

Yo siempre me había mostrado excepcionalmente tolerante con los trabajos de West, y a menudo hablábamos de sus teorías, cuyas derivaciones y corolarios eran casi infinitos. Sosteniendo con Haeckel que toda vida es un proceso químico y físico, y que la supuesta "alma" es un mito, mi amigo creía que la reanimación artificial de los muertos podía depender sólo del estado de los tejidos; y que, a menos que se hubiese iniciado una verdadera descomposición, todo cadáver totalmente dotado de órganos era susceptible de recibir mediante el adecuado tratamiento, esa condición peculiar que se conoce como vida. West comprendía perfectamente que el más ligero deterioro de las células cerebrales ocasionadas por un período letal incluso fugaz podía dañar la vida intelectual y psíquica.

Al principio, tenía esperanzas de encontrar un reactivo capaz de restituir la vitalidad antes de la verdadera aparición de la muerte, y sólo los repetidos fracasos en animales le habían revelado que eran incompatibles los movimientos vitales naturales y los artificiales. Entonces se procuró ejemplares extremadamente frescos y les inyectó sus soluciones en la sangre, inmediatamente después de la extinción de la vida. Tal circunstancia volvió enormemente escépticos a los profesores, ya que entendieron que en ningún caso se había producido una verdadera muerte. No se pararon a considerar la cuestión detenida y razonablemente.

Poco después de que el profesorado le prohibiese continuar sus trabajos, West me confió su decisión de conseguir ejemplares frescos de una manera o de otra, y de reanudar en secreto los experimentos que no podía realizar abiertamente. Era horrible oírle hablar sobre el medio y manera de conseguirlos; en la Facultad nunca habíamos tenido que ocuparnos nosotros de allegar ejemplares para las prácticas de anatomía. Cada vez que mermaba el depósito, dos negros de la localidad se encargaban de subsanar este déficit sin que se les preguntase jamás su procedencia. West era por entonces joven, delgado y con gafas, de facciones delicadas, pelo amarillo, ojos azul pálido y voz suave; y era extraño oírle explicar cómo la fosa común era relativamente más interesante que el cementerio perteneciente a la Iglesia de Cristo dado que casi todos los cuerpos de la Iglesia de Cristo estaban embalsamados, lo cual, evidentemente, hacía imposibles las investigaciones de West.

Por entonces era yo su ferviente y cautivado auxiliar, y lo ayudé en todas sus decisiones; no sólo en las que se referían a la fuente de abastecimiento de cadáveres, sino también en las concernientes al lugar adecuado para nuestro repugnante trabajo. Fui yo quien pensó en la granja deshabitada de Chapman, al otro lado de Meadow Hill; allí habilitamos una habitación de la planta baja para sala de operaciones y otra para laboratorio, dotándolas de gruesas cortinas a fin de ocultar nuestras actividades nocturnas. El lugar estaba retirado de la carretera, y no había casas a la vista; de todos modos, había que extremar las precauciones, ya que el más leve rumor sobre extrañas luces que cualquier caminante nocturno hiciese correr podía resultar catastrófico para nuestra empresa. Si llegaban a descubrirnos, acordamos decir que se trataba de un laboratorio químico.

Poco a poco equipamos nuestra siniestra guarida científica con materiales comprados en Boston o sacados a escondidas de la facultad -materiales cuidadosamente camuflados, a fin de hacerlos irreconocibles, salvo para ojos expertos- , y nos proveímos de palas y picos para los numerosos enterramientos que tendríamos que efectuar en el sótano. En la facultad había un incinerador, pero un aparato de ese género era demasiado costoso para un laboratorio clandestino como el nuestro. Los cuerpos eran siempre un engorro... incluso los minúsculos cadáveres de cobaya de los experimentos secretos que West realizaba en su habitación de la pensión donde vivía.

Seguíamos las noticias necrológicas locales como vampiros, ya que nuestros ejemplares requerían condiciones determinadas. Lo que queríamos eran cadáveres enterrados poco después de morir y sin preservación artificial alguna; preferiblemente, exentos de malformaciones morbosas y, desde luego, con todos los órganos. Nuestras mayores esperanzas estaban en las víctimas de accidentes. Durante varias semanas no tuvimos noticias de ningún caso apropiado, aunque hablábamos con las autoridades del depósito y del hospital, fingiendo representar los intereses de la facultad, si bien con no demasiada frecuencia en todos los casos, de manera que quizá necesitáramos quedarnos en Arkham durante las vacaciones, en que sólo se impartían las limitadas clases de los cursos de verano. Al final nos sonrió la suerte, pues un día nos enteramos de que iban a enterrar en la fosa común un caso casi ideal: un obrero joven y fornido que se había ahogado el día anterior en Summer's Pond, al que habían enterrado sin dilaciones ni embalsamamientos, por cuenta de la ciudad. Esa tarde localizamos la nueva sepultura y decidimos empezar a trabajar poco después de la medianoche.

Fue una labor repugnante la que acometimos en la oscuridad de las primeras horas de la madrugada, aún cuando en aquella época no teníamos ese horror especial a los cementerios que nuestras experiencias posteriores nos despertó. Llevamos palas y lámparas de petróleo porque, si bien ya había linternas eléctricas entonces, no eran tan satisfactorias como esos aparatos de tungsteno de hoy día. El trabajo de exhumación fue lento y sórdido -podía haber sido horriblemente poético, si en vez de científicos hubiéramos sido artistas- y sentimos alivio cuando nuestras palas chocaron con madera. Una vez que la caja de pino quedó enteramente al descubierto, bajó West, quitó la tapa, sacó el contenido y lo dejó apoyado. Me incliné, lo agarré, y entre los dos lo sacamos de la fosa; a continuación trabajamos denodadamente para dejar el lugar como antes. La empresa nos había puesto algo nerviosos; sobre todo, el cuerpo tieso y la cara inexpresiva de nuestro primer trofeo; pero nos las arreglamos para borrar todas las huellas de nuestra visita. Cuando quedó aplanada la ultima paletada de tierra, metimos el ejemplar en un saco de lienzo y emprendimos el regreso hacia la granja del viejo Chapman, al otro lado de Meadow Hill.

En una improvisada mesa de disección instalada en la vieja granja, a la luz de una potente lámpara de acetileno, el ejemplar no ofrecía un aspecto demasiado espectral. Había sido un joven robusto y poco imaginativo, al parecer un tipo saludable y plebeyo -constitución ancha, ojos grises y cabello castaño-, un animal sano, sin complejidades sicológicas, y probablemente con unos procesos vitales de lo más simple y sanos. Ahora bien, con los ojos cerrados parecía más dormido que muerto; sin embargo, la prueba experta de mi amigo disipó en seguida toda duda al respecto. Al fin teníamos lo que West siempre había deseado: un muerto verdaderamente ideal, apto para la solución que habíamos preparado con minuciosos cálculos y teorías, a fin de utilizar en el organismo humano. Nuestra tensión era enorme. Sabíamos que las posibilidades de lograr un éxito completo eran remotas, y no podíamos reprimir un miedo horrible a las grotescas consecuencias de una posible animación parcial. Nos sentíamos especialmente aprensivos en lo que se refiera a la mente y a los impulsos de la criatura, ya que podía haber sufrido un deterioro en las delicadas células cerebrales con posterioridad a la muerte. Por lo que a mí respecta, aún conservaba una curiosa noción tradicional del "alma" humana, y sentía cierto temor ante los secretos que podía revelar alguien que regresaba del reino de los muertos. Me preguntaba qué visiones podía haber presenciado este plácido joven, si volvía plenamente a la vida. Pero mi expectación no era excesiva, ya que compartía casi en su mayor parte el materialismo de mi amigo. Él se mostró más tranquilo que yo al inyectar una buena dosis de su fluido en una vena del brazo del cadáver, y vendar inmediatamente el pinchazo.

La espera fue espantosa, pero West no perdió el aplomo en ningún momento. De cuando en cuando aplicaba su estetoscopio al ejemplar y soportaba filosóficamente los resultados negativos. Al cabo de unos tres cuartos de hora, viendo que no se producía el menor signo de vida, declaró decepcionado que la solución era inapropiada; sin embargo, decidió aprovechar al máximo esta oportunidad y probar una modificación de la formula, antes de deshacerse de su macabra presa. Esa tarde habíamos cavado una sepultura en el sótano, y tendríamos que llenarla al amanecer, pues aunque habíamos puesto cerradura a la casa, no queríamos correr el más mínimo riesgo de que se produjera un desagradable descubrimiento. Además, el cuerpo no estaría ni medianamente fresco a la noche siguiente. De modo que trasladamos la solitaria lámpara de acetileno al laboratorio contiguo -dejando a nuestro mudo huésped a oscuras sobre la losa- y nos pusimos a trabajar en la preparación de una nueva solución, tras comprobar West el peso y las mediciones casi con fanático cuidado.

El espantoso suceso fue repentino y totalmente inesperado. Yo estaba vertiendo algo de un tubo de ensayo a otro, y West se encontraba ocupado con la lámpara de alcohol -que hacía las veces de mechero Bunsen en ese edificio sin instalación de gas- cuando de la habitación que habíamos dejado a oscuras brotó la más horrenda y demoníaca sucesión de gritos jamás oída por ninguno de los dos. No habría sido más espantoso el caos de alaridos si el abismo se hubiese abierto para liberar la angustia de los condenados, ya que en aquella cacofonía inconcebible se concentraba el supremo terror y desesperación de la naturaleza animada. No podían ser humanos -un hombre no es capaz de proferir gritos así- y sin pensar en el trabajo que estábamos realizando, ni en la posibilidad de que lo descubrieran, saltamos los dos por la ventana más próxima como animales despavoridos, derribando tubos, lámparas y matraces, y huyendo alocadamente a la estrellada negrura de la noche rural. Creo que gritamos mientras corríamos frenéticamente hacia la ciudad, aunque al llegar a las afueras adoptamos una actitud más contenida... lo suficiente como para pasar por un par de juerguistas trasnochadores que regresaban a casa después de una francachela.

No nos separamos, sino que nos refugiamos en la habitación de West, y allí estuvimos hablando, con la luz de gas encendida, hasta que amaneció. A esa hora nos habíamos serenado un poco discurriendo teorías plausibles y sugiriendo ideas prácticas para nuestra investigación, de forma que pudimos dormir todo el día, en lugar de asistir a clase. Pero esa tarde aparecieron dos artículos en el periódico, sin relación alguna entre sí, que nos quitaron el sueño. La vieja casa deshabitada de Chapman había ardido inexplicablemente, quedando reducida a un informe montón de cenizas; eso lo entendíamos, ya que habíamos volcado la lámpara. El otro informaba que habían intentado abrir la reciente sepultura de la fosa común, como hurgando en la tierra vanamente y sin herramientas. Esto nos resultaba incomprensible, ya que habíamos aplanado muy cuidadosamente la tierra húmeda.

Y durante diecisiete años West anduvo mirando por encima del hombro, y quejándose de que le parecía oír pasos detrás de él. Ahora ha desaparecido.

miércoles, 24 de junio de 2009

Encuentran El Arca De La Alianza ?? ...

El Patriarca copto ortodoxo de Etiopía, Abuna Paulos, aseguró hoy en Roma que "ha visto" el Arca de la Alianza y que su estado de conservación es "bueno".

Paulos así lo manifestó durante la presentación de la construcción en la ciudad santa etíope de Axum del "Museo del Arca de la Alianza", una iniciativa de su patriarcado y la fundación Chrijecllu, que preside el príncipe Makonnen Haile Selassie, nieto del último emperador de Etiopía (el Negus Haile Selassie).


"El Arca de la Alianza lleva tres mil años en Etiopía y continúa allí, adonde llegó por un milagro y donde permanecerá por la gracia de Dios", afirmó Paulos en una rueda de prensa.

El patriarca copto señaló que no podía decir donde se encuentra el Arca, pero sí asegurar que la ha visto y que es como está descrita en la Biblia.

"No está hecha con la mano del hombre, es algo que Dios bendijo para que sea así. La he visto con un sentimiento de humildad, no con orgullo, sino con ese sentimiento que se tiene cuando se va a la Iglesia, con humildad y sin arrogancia", afirmó el líder religioso.

Paulos agregó que el Arca es un objeto de culto, un objeto sagrado y que él sólo podía decir que lo ha visto y puede dar testimonio de ello.

Respecto al Museo, Paulos contó que estará construido en unos dos años y albergará los tesoros de arte de la zona de Axum y que una vez terminado será el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Etíope el que decida si se coloca o no en el mismo la supuesta Arca de la Alianza.

Paulos subrayó que ha invitado al papa Benedicto XVI a visitar Etiopía y la ciudad santa de Axum.

Según los coptos ortodoxos etíopes, el Arca de la Alianza, que la Biblia indica como el lugar donde se guardaban las Tablas de la Ley con los Diez Mandamientos, se encuentra custodiada en la catedral de Tsion Maryam, de Axum.

El Arca, siempre según la tradición ortodoxa etíope, fue llevada a Axum por el Emperador Menelik I, el legendario vástago que nació del encuentro entre el rey Salomón y la reina de Saba.

Según la tradición, el Arca es custodiada por un sacerdote descendiente directo de los levitas, la tribu de Israel responsable de su cuidado desde que fue construida para acoger los Diez Mandamientos, que es el único que puede tocarlo.

viernes, 24 de abril de 2009

Waffen SS ...



Las Waffen SS fue una organización de elite, dentro del gobierno Hitleriano, por lo tanto tenían equipamientos superiores al Heer (Ejército) o a algunos de los aliados, no es menos cierto que se comportaban con una brutalidad indescriptible. Tenían fuertes tendencias ideológicas, como ejemplo, "Panzer" Meyer, que combatió en la Leibstandarte y en la Hitler Jurgend se veía a sí mismo como un nuevo Sigfrido en un campo de batalla Wagneriano y que dicha visión permeabilizaba a sus subordinados.

El elitismo de las Waffen SS procede de la firme creencia en que eran biológica y políticamente superiores, algo en lo que les habían adoctrinado en escuelas no sólo militares (de las cuatro escuelas SS, sólo una era militar, dedicándose las otras de manera exclusiva a la formación política,mística y espiritual).

Aunque aborrecibles en su motivación, las Waffen SS me parecen un admirable ejemplo de en lo que se convierte una tropa convencida de su superioridad moral. Nadie puede dudar de su arrojo, valor, capacidad combativa y desprecio por el peligro, y el hecho de que en todas las batallas importantes del frente oriental, así como también en el Oeste desde la invasión de Normandía, el resultado hubiera sido muy distinto si no hubieran participado dos o más unidades de la Waffen SS.

Juramento de las SS: "Yo te juro, Adolf Hitler, Führer y Canciller del Reich, fidelidad y valor. Prometo obediencia hasta la muerte a ti y a los superiores por ti designados. Que Dios me ayude".



LA HISTORIA DE LAS WAFFEN SS

Desde los principios de la constitución del Partido Nazi NSDAP, antes de tomarse el poder, en sus años de formación, la elite del Partido conformo unidades especiales cuyo único propósito es la guarda y protección de sus líderes.

La primera de ellas se constituyo cuando los hombres de la Compañía 19 de Morteros, bajo el mando de Ernst Röhm, actúa como un cuerpo de guardia en las primeras reuniones de Adolf Hitler y otros miembros del Partido. Este primer grupo de hombres se constituyo como las SA, las cuales pronto empezaron a crecer.

Desde sus inicios Adolf Hitler las vio más como un problema, que como una herramienta útil. A medida que fueron creciendo Hitler ordeno la formación de una unidad especial de seguidores leales destinada a proteger a los líderes de la NSDAP. Esta unidad fue constituida bajo el mando
de Julius Schreck y Joseph Berchtold. Sin embargo a pesar de estar separada en sus funciones, seguía bajo el control de las SA. Para esta época se determino utilizar como insignia de esta unidad la Calavera o Totenkopf, sobre la gorra de los hombres, además de otra serie de elementos exclusivos de esta organización.

El 9 de Noviembre de 1923 esta unidad , además de las SA y otras de la NSDAP tomo parte en el fracasado Putsch de Munich contra la República de Weimar. Al fracasar el Putsch, Hitler fue arrestado con otros miembros del partido y la unidad oficialmente disuelta, así como las SA.

Las SA continuaron existiendo bajo el nombre de Frontbahn , liderada por Ernst Röhm. Las SA empezaron a crecer sustancialmente, desde 2000 en Noviembre de 1923 a 30000 en muy corto tiempo. Cuando Hitler fue liberado de la cárcel, se estableció una batalla por el manejo de las
SA entre Röhm y el; esto al final condujo al asesinato de Röhm, ordenado por Hitler posterior a la celebre Noche de los Cuchillos Largos, noche además durante la cual se inicio el asesinato de todas aquellas personas que pudieran representar algún día un problema para el futuro Führer; el 1 de julio de 1934, los hombres de las SS encabezados por Theodor Eicke, entran en la celda de Röhm en Munich y le disparan a quemarropa; dos días más tarde, el gabinete de Hitler paso una ley de un solo párrafo: " Se considera legalmente que las medidas tomadas el 30 de junio y el 1 y 2 de julio para suprimir las actividades traidoras fueron tomadas en defensa del estado en un momento de emergencia ".

Pronto Hitler ordeno la reorganización de su fuerza de adictos, por fuera del control de las SA, denominándolo para esa época como fuerza de choque o Schutzstaffel. Con la formación de esta fuerza conocidas posteriormente como las SS, vinieron a coexistir dentro de la NSDAP dos
organizaciones políticas paramilitares.

Después de la formación de las SS en 1925, estas pronto adquirieron una dinámica propia de crecimiento, derivándose de ella la creación de la más tarde conocida como unidades Leibstandarte de las SS. En 1933, ocho años después de la creación de las SS, ellas contaban con 50.000 miembros, es en la primavera de 1933 cuando se decide la creación de unidades de elite alrededor de las SS.
Esta elite de la elite, se convierte en un cuerpo especial de guardaespaldas, conformando una unidad como Guardia de Korps de Hitler; la cualsolo respondía a su mando.

Para aumentar la guardia personal de Hitler se envío a Berlín un selecto contingente de 120 hombres bajo el mando de un oficial de las SS bávaras, Josef Sepp Dietrich, quien más tarde seria comandante de la División Panzer Leibstandarte Adolf Hitler. A partir de entonces, cualquiera
que visitara al Führer tenia que pasar primero por el inflexible escrutinio de al menos tres miembros de esta Leibstandarte o guardaespaldas.

En 1933 se crean además dos nuevos Comandos Especiales (Sonderkommando) el de Zossen y el de Juterbog, estos dos funcionan como unidades de entrenamiento del localizado en Berlín.

En Septiembre de 1934 Hitler crea el ala militar del partido aprobando la formación de las SS Verfügungstruppe o SS-VT (tropas de servicios especiales), bajo sus ordenes directas. Pronto Himmler se decide a crear dos nuevos regimientos de las SS, el Germanía y Deutschland, que junto con la ya creada Leibstandarte Adolf Hitler, constituyeron la semilla de las futuras Waffen SS. Se elige para comandar esta fuerza a Paul Hausser como general de brigada, quien introdujo las innovaciones en entrenamiento y equipo, fue el impulsor del uniforme mimetizado, y supo inculcar a sus hombres muchas de las teorías nazis sobre la supremacía de los hombres arios y los subhumanos.

Un gran oficial de reclutamiento, Gottlob Berger, que tuvo que emplear la imaginación y los recursos inimaginables para lograr reclutar las fuerzas que se sacaron para completar las unidades de Waffen SS, que no tenían disposición de cupos de reclutamiento ordinario, como otros servicios de las fuerzas armadas, hizo que se echara mano a lo que había disponible: voluntarios extranjeros, arios primeros, nórdicos después, y al final pasando de todo, policías y personal de otra rama de la SS como la Totenkopfverbände, que entre otras tareas de seguridad interna (perseguir a los enemigos del Reich), tenían la de vigilancia de los campos de concentración de prisioneros políticos y los de exterminio, hasta con criminales convictos, con los que se formo las Brigadas, más tarde Divisiones, Dirlewanger y Kaminski.

Como la SS era una organización muy compleja, con distintas ramas, que abarcaban desde reservistas en el Reich a tiempo parcial, en tareas se seguridad o gendarmería, hasta unidades de policía (tanto la de seguridad como la de orden público), ya que a partir de principios de 1944 se
ordenó que todas las unidades de la Shutzpolizei debían vestir el uniforme de combate de la SS o llevar en su uniforme, en el bolsillo izquierdo, un escudo con las dos runas.

En Agosto de 1938 Hitler autoriza la motorización de sus preciadas SS. Con el fin de convertirla en una unidad de combate activo, el Führer las hace participar en la ocupación de Austria y en la de los Sudetes.

En Octubre de 1939 se autoriza la creación de las Divisiones de las SS, sujetas la Ejército a fin de evitar los recelos de los generales de la Wehrmacht; con los regimientos Deutschland, Germanía y Der Führer se crea la División SS Verfugugs. El Leibstandarte Adolf Hitler será reforzado y más tarde elevado al rango de división. Himmler da a sus unidades militares el titulo de Waffen SS, (Waffe en alemán es arma). En Marzo de 1940 Hitler autoriza la formación de cuatro nuevos batallones de artillería motorizada para unirlos a las Waffen SS y el Leibstandarte Adolf Hitler. En Mayo de 1940 encontramos las primera unidades de las Waffen SS encuadradas dentro de los ejércitos desplegados para invadir a Francia. Desde su constitución en 1940, hasta 1945, contó con 910.000 hombres con una formación militar de elite.

Las Waffen SS acarrearon gran parte de la mala fama de la organización madre, lo que no quita a que hubiera verdaderos comportamientos criminales entre sus miembros, desde el oficial que mandó fusilar prisioneros británicos en Merville (División Totenkopf) y Wormhoudt (División
Liebstandarte) en 1940, la masacre de civiles franceses en Oradour-Sur-Glane (División Das Reich), y el fusilamiento de prisioneros norteamericanos en Malmedy (División Leibstandarte),estas últimas en 1944, hizo que al acabar la guerra acarreasen la infamia de "carniceros" y asesinos. Dentro del aspecto puramente militar, es criticable el desprecio fanático a la vida en el cumplimiento de la misión, lo que hizo que la proporción de bajas entre las unidades Waffen SS de primera línea fuese escandaloso en comparación con otras unidades del Heer (Ejército), pues eran bajas que con una planificación más metódica se podían haber evitado, pues una de los obligaciones del soldado es preservar su vida para seguir combatiendo al día siguiente: la carga del 9º Batallón de Reconocimiento Blindado de la División Honnestauffen en el puente de Arnhen es uno de los ejemplos más típicos, pues supuso la destrucción de la unidad.

Algunas veces se cree que las Waffen SS son una cuarta rama de las Fuerzas Armadas Alemanas, Heer (Ejército), Luftwaffe (Fuerza Aérea), Kriegsmarine (Marina de Guerra) porque en el campo de batalla, estaba al mando directo del OKW (Comando de las Fuerzas Armadas), pero esta
creencia no es del todo correcta, porque el control estratégico lo mantenía la propia Waffen SS.

domingo, 19 de abril de 2009

Un experto habría encontrado la tumba de Cleopatra y Marco Antonio ...



Uno de los hallazgos más importantes de la historia podría ser anunciado próximamente, luego que el egiptólogo Zahi Hawass revelara que se conoce el lugar donde está sepultada Cleopatra y su amante Marco Antonio.

El experto, quien abrió la puerta al anuncio durante una conferencia arqueológica en Sudáfrica, afirmó que el 'descubrimiento podría ser aún más grande que cuando salió a la luz la tumba de Tutankamon', en declaraciones reproducidas por el periódico italiano la república.

El diario sudafricano 'The Star' también hace mención a las palabras de Hawass, quien dijo además que Cleopatra estaría sepultada junto al romano Marco Antonio, su amante, y que ambos cuerpos fueron encontrados en un templo llamado Tabusiris Magna, a unos 30 kilómetros de Alejandría,que en la Edad Media fue inundada, a causa de terremotos y marejadas.

Recién en 1996, exploradores submarinos, liderados por el arqueólogo francés Franck Goddio comenzaron a develar los secretos de la urbe.

El egiptólogo afirmó que 'el lugar es extremadamente sacro y por esa razón habría sido elegido para esconder a tan famosos personajes'.

El acceso a la tumba es complicado, agrega La Reppublica, ya que se encuentra unos 35 metros bajo tierra y con mucha agua alrededor. 'En estos momentos, la superficie está impregnada de agua por lo que los trabajos serán retomados en octubre', aseguró.

Entre las indicaciones que llevaron a Hawass a creer que se trata del templo donde está sepultada Cleopatra, está el descubrimiento de numerosas

monedas que tienen impreso el rostro de la faraona.

La última faraona egipcia

Cleopatra nació el año 69 antes de Cristo en Alejandría. Su inteligencia y no tanto su belleza, la llevaron a gobernar Egipto, tras la muerte de su padre, cuando apenas tenía 18 años.

Su hermano Ptolomeo, junto a su tutor Poteinos conspiraron en su contra, por lo que decidió huir a Siria, desde donde encabezó luego un ejército con el que volvió a recuperar su poder en Egipto.

Allí gobernó apoyada por el emperador romano Julio César, con quien tuvo una relación que no fue aceptada en Roma. Tras su muerte, Cleopatra encontró en Marco Antonio al protector que necesitaba y con quien reinó hasta perder el poder en la guerra con el imperio romano de Octavio.

Cleopatra murió el año 30 antes de Cristo, poco después de la muerte de Marco Antonio, quien creyéndola muerta, se clavó su propia espada.

domingo, 12 de abril de 2009

Los Estigmas ...

Con el término estigmas (del griego estigma que significa marca) son descritas las llagas que se forman espontáneamente sobre las manos, sobre los pies, al costado y en el rostro, parecidas a las llagas de Cristo crucificado. Generalmente se manifiestan en sujetos entregados a una vida
intensamente espiritual y sumamente mística, pero se pueden hallar también en otros individuos. Suelen ser personas de profunda religiosidad, obsesionadas por las llagas de Cristo y por sufrir su dolor. Los profundos estados de éxtasis que se producen durante sus meditaciones podrían generar una situación de autosugestión capaz de somatizar su experiencia psíquica.

El fenómeno de los estigmatizados se ha presentado alrededor del mundo, en países como Estados Unidos de América, Italia, Francia, España,Inglaterra o Alemania. En la historia de la Iglesia se conocen más de 350 casos y setenta y dos de ellos han sido declarados santos. La Iglesia suele distinguir entre estigmas divinos y estigmas diabólicos, dependiendo de la santidad del protagonista del fenómeno en cada caso o de la vida
que ha llevado, al igual que de las características que rodean el fenómeno al momento de manifestarse.

Tipos de Estigmas

Suelen distinguirse dos tipos de estigmas:

- Las heridas invisibles son aquellas cubiertas gracias a la intervención divina para el bienestar del estigmatizado.

- Las visibles suelen aparecer en las palmas de las manos, pies, costados y cabeza, desapareciendo algunas veces luego de algunas horas. En algunos casos pueden presentarse en una sola área, mientras que los casos más sorprendentes son aquellos en los que se hacen visibles todas las marcas en las zonas anteriormente descritas. El sangramiento es común, al igual que la debilidad y la depresión puede caracterizar el período inmediatamente anterior a la aparición de los estigmas. Un hecho curioso de este fenómeno es que su aparición suele corresponderse con la pasión de Cristo durantes los días de la Semana Santa, desapareciendo una vez terminadas estas fechas.
Características de los Estigmas

la Iglesia ha establecido criterios para determinar la autenticidad de los estigmas. Algunos son:

· Las llagas deben estar localizadas en los lugares de las cinco llagas de Cristo.

· Los estigmas no se infectan.

· Aparecen espontáneamente en el cuerpo mientras la persona está en éxtasis.

· No ceden ante el tratamiento médico.

· Sangran copiosamente y por largos períodos.

· Están acompañados de fuertes dolores tanto físicos como morales, la falta de dolor pone en duda la autenticidad de los estigmas porque, de ser

auténticos, son participación en los sufrimientos de Cristo.

· Los estigmas auténticos no se pueden explicar por causantes naturales.


Diferencias Médicas con una Herida Normal

Es común que los estigmatizados en cierto momento de su vida empiecen a notar enrojecimientos sobre la palma de sus manos, los cuales con el tiempo se acentúan, hasta formar en algunos casos alteraciones cutáneas parecidas a cicatrices o quemaduras detectables con extrema facilidad y
sin duda alguna.

Los estigmas no son heridas corporales usuales, ya que la sangre parece emanar a través de la piel, se producen abundantes hemorragias que no tienen explicación debido a que estas heridas se encuentran a flor de piel, lejos de los grandes vasos sanguíneos. Otra características es que no se deterioran en la forma usual de las heridas comunes, no supuran, la sangre es limpia y pura, y tampoco se curan por remedios ordinarios ni son susceptibles de tratamiento médico.

Nunca cicatrizan, esto no implica que cualquier otra herida que se haga el afectado por estigmatización no cicatrice normalmente. Es más el mismopadre Pio uno de los estigmatizados más famosos de la historia en cierta ocasión fue operado y tras la cirugía su recuperación fue satisfactoria y dentro de la total normalidad.

Muchos estigmatizados reportan visiones de Cristo y ángeles, conversaciones con Dios o algún personaje religioso de la religión católica, así como la percepción de extraños olores, se dice despreden un olor similar al de los pétalos de rosas.

Casos Célebres de Estigmatizados

Santo padre Pío de Pietrelcina: En la mañana del viernes 20 de septiembre de 1918, rezando delante del crucifijo del coro de la vieja iglesia, recibió los estigmas, que quedaron abiertos, frescos y sangrantes por medio siglo.

San Francisco de Asís: Es considerado el primer estigmatizado que presenta la historia y uno de los más famosos. Presentó heridas en manos, pies y costados igual que Cristo, en la soledad del monte Alvernia en 1224, permanecieron con ellas hasta su muerte, el 3 de octubre de 1226.

Santa Catalina de Siena: Su estigmatización fue interior, manifestada el 1 de abril de 1375 después de la comunión la santa entró en éxtasis y al volver dijo que vio a Jesús y le pidió que los signos fueran manifestados interiormente y así Jesús lo hizo en forma de rayos de luz brillante: manos, pies y corazón.

Santa Gema Galgani: Esta santa cayó en éxtasis mientras experimentaba los signos una tarde anterior al día del Sagrado Corazón. Cuando vuelve en sí tiene impresas en su cuerpo los estigmas que le fueron manifestados cada jueves durante los cuatro años siguientes con dolores muy fuertes donde veía la corona, la flagelación y el sudor de sangre de Jesús.

Santa Rita: Es un caso verdaderamente increíble porque la herida de su frente presentaba además de sangre, pus, despidiendo olores nauseabundos que luego se convierte en nido de gusanos blancos. Pasó sola semanas ya que las otras religiosas le huían por el aspecto de su frente y aparecía en público sólo para comulgar.

Santa Verónica Giuliani: Además de sufrir los estigmas con el dolor de la corona de espinas de Cristo, fue objeto de malos comentarios de quienes la consideraban mentirosa y fue apartada de su cargo de maestra de novicias.

La psicología explica los estigmas como heridas autoinducidas.

Posible Explicación Científica

Una de las tantas teorías que intentan explicar el origen de los estigmas es la idea de que los estigmatizados se hallan psíquica y emocionalmente unidos a sus creencias religiosas y a los estados mentales que experimentan durante el éxtasis. De esta forma es posible que su mente influya sobre sus organismos hasta el punto de provocar heridas sangrantes que se corresponden con su fe en Cristo.

En toda la fenomenología típica de los estigmatizados no se puede excluir la aportación de los mecanismos inconscientes y psicodinámicos que pueden ser también activados por medio del histerismo o de la hipnosis. En muchas ocasiones se ha probado que los estigmas pueden ser

inducidos mediante hipnosis, la cual permite adormecer nuestro estado consciente, dejándonos vulnerables a cualquier sugestión.
La autohipnosis es básicamente lo mismo excepto por el hecho de que la persona se induce a sí misma ese estado en lugar de ser otra persona quien lo provoque. Son los estados de éxtasis que ocurren en los arrebatos religiosos de los estigmatizados los que llevan a algunos a considerar que los coloca en un estado autohipnótico que haría surgir el fenómeno en sí mismo.

Así pues, las posturas más ortodoxas suelen rechazar la intervención divina, aludiendo también que las llagas de las manos se presentan en lugares incorrectos. El examen de cuerpos de hombres que fueron crucificados demuestra que los brazos eran clavados a la altura de las muñecas. Si los clavos hubieran sido insertados en las palmas de las manos, la carne se desgarraría. Es por ello que la postura más radical es la que niega el fenómeno tratándolo sencillamente de impostura y considerando como explicación que los pacientes se causen las heridas a si mismos, fraudulentamente o en estado de inconsciencia.

Sin embargo, en la mayoría de los casos estudiados, los médicos siempre han tomado las debidas precauciones para prevenir esto, procediendo muy estrictamente. En ocasiones, el paciente ha sido observado día y noche; en otras, se le han cubierto las extremidades con vendas selladas.

Por lo cual, aunque han existido ejemplos de simulación, ésta no puede atribuirse a todos los casos.

La mayoría de los médicos y científicos que han estudiado casos de estigmatizados, están convencidos de su autenticidad, y es que si bien sedesconoce el origen de estas heridas, se tienen pruebas de la realidad del fenómeno.

martes, 31 de marzo de 2009

Las Torturas ...


La jaula: se basaba en introducir a la victima en una jaula reducida de metal y dejarla ahi hasta muriera (de hambre, por enfermedad..) las jaulas podian tirarse en medio de un bosque y hacer a la victima presa de cualquier animal o exponer a la persona en un gran mastil en la plaza central de la ciudad como simbolo de lo que podia pasar a quien se rebelaba. La victima era introducida en la jaula desnuda o con un taparabos. La jaula solia utilizarse como ultimo metodo de tortura si la persona no moria con las anteriores

El collar de puas: por el titulo ya podeis imaginar como era, podian llegar a pesar mas de 5 kilos, normalmente se ponia en el cuello haciendo que los pinchos atravesaran la carne pero que no fuera mortal, de esta forma si la victima se movia el collar aun desgarraba mas la carne incluso a veces podia rozar el hueso. Era una forma barata de torturar ya que el verdugo solo debia poner el collar y dejar a la victima en la celda mientras moria desangrado o por alguna infeccion.

El látigo: ya todo el mundo sabe que es, normalmente podia ser de dos tipos: Con varias terminaciones, al final de cada terminacion podia ponerse una estrella o punta de metal para que fuera mas doloroso Con una terminacion (nervio de toro) este tambien podia acabar en una punta de metal o una estrella Antes de usar el latigo este se empapaba con una solucion de sal y azufre para mas dolor todavia.

El toro de Falaris: es un instrumento de tortura cuya invención se atribuye a Falaris, tirano de Agrakas, que murió en el año 554 adC. Los ajusticiados se introducían en el interior de una efigie de bronce hueca con forma de toro. La efigie se colocaba encima de una hoguera, con lo que la temperatura del interior aumentaba como en un horno. Los alaridos y los gritos de las víctimas salían por la boca del toro, haciendo parecer que la figura mugía. El toro de Falaris estaba presente en numerosas salas de tortura de la Inquisición de los siglos XVI, XVII y XVIII.

El garrote: originalmente eran una especie de poste vertical con un agujero a través de él. La víctima se paraba o se sentaba delante del poste y se colocaba una cuerda alredor de su cuello. Los extremos de ésta cuerda eran tiradas a través del agujero del poste y el ejecutor al tirar de esa cuerda estrangulaba lentamente a la víctima. Algunos determinaron hacer algo mas creativo y colocaron un pincho, una punta que sería conducida al cuello de la víctima, y cuando comenzaba el estrangulamiento partía las vértebras.

La pera: podia ser oral, vaginal o anal, el artilugio consistia una especie de paraguas que se desplegaba dentro de la cabida deseada, dañando invebitablemente dicho cabidad ademas tenia puas en los extremos con lo que hacia mas daño, la pero oral era destinada a los herejes, la vaginal a la mujeres infieles o brujas y la anal a hombres homosexuales.

El aplasta cabezas: la barbilla de la víctima se colocaba en la barra inferior, y el casquete era empujado hacia abajo por el tornillo. Los efectos de este proceso son evidentes. Primero, se destrozan los alvéolos dentarios, después las mandíbulas, y luego el cerebro se escurre por la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.

La horquilla del Hereje: se basaba en un tridente que se coloca en el cuello para que sus dientes se aprisionen profundamente entre la carne de la barbilla y el esternón, restringiendo cualquier movimiento de la cabeza y solo permitiendo a la víctima murmurar palabras.

La cuna de Judas, la víctima es izada y una vez levantada, soltada sobre la punta de la pirámide de tal manera que su peso se posa sobre el ano, la vagina, bajo el escroto o bajo el cóxis. Según las indicaciones de los interrogadores, el verdugo varía la presión desde nada hasta todo el peso del cuerpo.

Las garras de gato, son un instrumento de tortura que consiste en largas pértigas con ganchos o rastrillos en su extremo, con los que se arañaba la piel desnuda del torturado, el cual estaba atado e inmovilizado. Permite arrancar la piel a tiras o desgarrar la espalda, pecho o abdomen del condenado. Estas heridas podían infectarse, o ser usadas para posteriores torturas. También podía disponer de cuchillos u hojas en vez de ganchos, para cortar la piel directamente.

El potro, podia ser de escalera u horizontal, todo el mundo sabe en que consistia, la victima era atada por brazos y piernas y un sistema de manivelas hacian que la victima se estirara, llegando incluso a los 30 centimetros, la tortura constaba de 3 grados: Primero, la victima sufria una dislocacion de hombros debido al estiramiento y un dolor intenso en los muslos al desgarrarse. Segundo, las rodillas, codos y la cadera empiezan a descoyuntarse, esto ya deja a la victima invalida de por vida Tercero, la partes mencionadas ante se separan ruidosamente y ya la victima muere en cuestion de horas o incluso dias.

El cinturón de San Erasmo, consiste en un collar, cinturón o brazalete provisto de pinchos en la cara interior y que se le pone al reo. Con cada pequeño movimiento (incluso la respiración) el collar araña y hiere la carne. El proceso de tortura es progresivo: en primer lugar, un dolor lacerante. Posteriormente se produce la infección, tras la cual se llega a la putrefacción y tras esta, una gangrena que puede causar la muerte. El torturador puede añadir, a su criterio, gusanos carnívoros en las llagas que se introducen en la carne royendo hacia el interior.

La sierra, es un método de tortura y muerte utilizado desde tiempos bíblicos. Consistía en colgar a la víctima boca abajo permitiendo que el cerebro estuviera bien irrigado para que permanezca el mayor tiempo posible consciente y que ésta no se desangrase antes de lo previsto. El verdugo comenzaba a serrar a la víctima desde el ano o los genitales verticalmente hacia el abdomen, de tal forma que no perdía el conocimiento hasta que la sierra llegase al ombligo y algunas veces hasta que llegase al pecho.

Las tenazas, las pinzas, tenazas, cizallas se utilizaban al “rojo vivo”, aunque también frías para lacerar o arrancar cualquier miembro del cuerpo humano, y eran otro elemento básico más entre las herramientas de todo verdugo. Las tenazas se utilizaban preferentemente ardiendo para las narices, dedos de las manos y pies y pezones. Las pinzas alargadas, servían para desgarrar o abrasar el pene.

La cigüeña, este instrumento de tortura a simple vista no parece muy doloroso, a los pocos minutos de poner el artilugio a la victima, esta sufre grandes calambres, primero en los músculos adbodminales y rectales luego en los pectorales, cervicales y extremidades. Con el paso de las horas, estos calambres conducen a un continuo e insufrible dolor en abdomen y recto. La victima solo ser pateada, quemada e incluso mutilada a placer.

Ninjas ...


El talento de los Ninjas, data del periodo (794-1185), (1192-1333); desde la era Heian (China) hasta la era kamakura (Japón). Esta época fue el apogeo de oro del Ninjutsu. Este arte se basa en una amalgama de trucos mágicos y de sus capacidades técnicas. Teniendo como origen los lamasterios del Tíbet desarrollándose por completo en los templos Shaolin de la China

Posteriormente pasó al Japón para desarrollarse en mayor grado. Aquí crearon técnicas increíbles que las documentaron en manuscritos llamados Torimakis. Muchos de estos registros no se han podido decodificar hasta el día de hoy, debido a que usaban códigos secretos para que no cayeran en manos enemigas. Solo las familias que se han conservado hasta el día de hoy tienen acceso a Torimakis y saben la correspondiente traducción Ninja.

Desarrollaron sus técnicas por necesidad, debido a que existía mucha opresión en los lugares donde vivían, especialmente en China y Japón. Antiguamente la transmisión era difundida de padres a hijos, es por eso que se consideraba una familia, no una escuela.

Muchas de las técnicas de los Ninjas se basaron en la naturaleza, en los animales, en el cuerpo humano y sobre todo en la astucia del modo de atacar de los animales. Por esto sus técnicas se desarrollaron en los montes, en los cerros, en los lagos, ríos, mares, etc. Hoy en día sus técnicas se siguen enseñando de la misma manera, a diferencia de cualquier otro arte marcial; estas practicas a campo abierto se realizaban con el objetivo de ser más rápidos, más audaces y más fuertes.

Consideraban que la naturaleza era el mejor circuito de entrenamiento, mejor que un Dojo. Convivían con la naturaleza al grado de depender de ella, es por eso que consideraban al Ninjutsu una forma de vivir y no un arte marcial. Muchos pueden pensar que sus entrenamientos ya no sirven para la vida cotidiana hoy en día, y solo sirven para enfrentar una guerra, esto es totalmente contradictorio al pensamiento del Ninja, que se entrenaba y se entrena para ayudar a la gente y para ser mejor como persona, teniendo valores en un sistema perdido y caótico.

Estos diestros maestros en el arte del camuflaje desarrollaron técnicas y arsenales para infiltrarse en cualquier lugar. Por ejemplo, el Ukidari que les servia para caminar en el agua; los Torinokos, que les servia para desaparecer tras una cortina de humo (todo estaba genialmente pensado), al igual que el Kyororo Kaki que servía para forzar ventanas o el Kikigami que les servia para escuchar conversaciones tras las paredes, etc. Sus técnicas de espionaje se basaban en el libro "El Arte de la Guerra" de Sun Tzu

Su resistencia al hambre y al dolor era prodigiosa, su coraje era superior al del Samurai. El Ninja, sin embargo, no consideraba deshonroso huir, por que asi tenia una segunda oportunidad para atacar, lo que le importaba era cumplir su misión. Si era capturado y tenia que quitarse la vida, lo hacia para no ser sometido a torturas, porque los Samurai se deleitaban con ellas. Los Ninjas no dudaban en sacrificarse, en honor de la supervivencia de su especie.

lunes, 30 de marzo de 2009

Agroglifos, extrañas figuras en los campos de cosechas



A finales de los años 70 aparecieron en Australia los primeros Crop Circles o Círculos de los Campos de Cosecha. Eran huellas circulares sobre las espigas de trigo, en donde el patrón común era que las plantas aparecían como acostadas no aplastadas, en espiral hacia el centro de la figura. Los tallos de las mismas estaban intactos y con una mayor vitalidad que las plantas fuera de las figuras.



A comienzos de los 80 estos círculos empezaron a aparecer sobre los fértiles campos del sur de Inglaterra, en Wiltshire, Hamshire, y Salsbury, entre otros lugares, siempre muy cerca de los monumentos megalíticos famosos, como son Stonehenge, Avebury, y Sillbury Hill; y también muy cerca de figuras prehistóricas en el paisaje , en donde se observan gigantescos diseños de personas y caballos cubiertos de piedra caliza, en un ángulo de inclinación para ser visibles desde el cielo como en el caso de las famosas Líneas de Nazca. Estos círculos ya eran conocidos en la edad Media cuando aparecían en épocas de cosecha, y se les llamaba “Círculos de las Hadas”,por cuanto aparecían inexplicablemente de un momento a otro acompañados de un extraño zumbido en el ambiente. Se advertía a la gente del peligro que suponía para alguien adentrarse en esos círculos mágicos, por cuanto podrían desaparecer y quedar prisionero en el mundo de los Gnomos ,Hadas y Elfos.


Si bien al comienzo eran círculos de unos tres a ocho metros de diámetro, poco a poco los círculos dieron paso a figuras cada vez más complejas, bellas y enigmáticas, apareciendo éstas de un día a otro , o súbitamente con una simetría perfecta .Se han lanzado un sin fin de explicaciones, como aquella de que podrían ser fenómenos naturales producto del geomagnetismo terrestre ó fenómenos climatológicos. Esto explicaría algunos circulos, pero ¿qué pasa con triángulos, cuadrados o formas más complejas? Y no hay posibilidad que se les confunda con un fraude perpetrado por bromistas, por cuanto en los casos reales la vegetación aparece afectada por una extraña radiación, sufriendo los granos de las espigas dentro de las figuras alteraciones inexplicables, como por ejemplo cambios en los cristales de los granos .

En cuanto a las figuras aparecen éstas siempre en campos de cereales como trigo, cebada y avena . Pero el fenómeno evoluciona, sufriendo con el paso del tiempo modificaciones en los diseños, que pasaron de meros círculos a círculos dentro de círculos, a círculos conectados con ejes ,cruces celtas, hasta complejísimas y muy elaborados pictogramas tridimensionales. Decíamos que muchos asemejan órbitas planetarias, algunos de los cuales se han relacionado con la órbitas de cometas como el Hale Bop o las órbitas de las lunas de Júpiter, lo cual podría estarnos advirtiendo de peligros o señalándonos su procedencia.

Uno de los más importantes investigadores de los diseños, y quien descubriera su condición de mensaje trascendente fue el ingeniero británico Collin Andrews. Pero también han investigado en profundidad la figuras Omar Fowler, Pat Delgado y Michael Hesemann.Las figuras se han ido multiplicando no sólo por toda Europa sino también por Asia y ahora América. Empezaron con tres figuras al mes, y hoy llegan a producirse cientos al mes, y con tamaños que alcanzan hasta los 240 m de diámetro. En algunos casos se ha logrado observar y hasta filmar el momento mismo en que aparecen extrañas esferas luminosas o metálicas (caneplas), revoloteando por la zona, y revisando las figuras o formándolas con energía magnética, por cuanto en fracciones de segundo la figura aparece impresa en el paisaje. Todo esto acompañado de un fuerte ruido en el ambiente.

La Política del Encubrimiento

Como decíamos muchos han sido los intentos de explicación de los círculos, diciendo que son producto de remolinos de viento, consecuencia de fuerzas magnéticas terrestres o como decía el científico Terence Meaden “torbellinos plasmáticos”. Pero ninguna de estas explicaciones convencía a nadie, por cuanto cada vez eran más complejas y elaboradas las figuras.

Cuando se dispuso el que se entregara una partida significativa de dinero por recomendación del Parlamento británico, para la investigación seria del tema , ante la eventualidad de que se tratase de un lenguaje simbólico y geométrico, procedente de probables inteligencias extraterrestres, aparecieron de improviso dos ancianos jubilados ingleses llamados Doug Bower y Dave Chorley de Southampton, diciendo que llevaban quince años haciendo ellos las figuras. Corría el año de 1991 y, según sus declaraciones, ellos lo habían venido construyendo porque querían burlarse de las informaciones sobre ovnis, y para ello, fraguaron lo de las figuras.



¿Cómo podía ser que estos ancianitos jubilados iban por todo el sur de Inglaterra, ingresando en los campos de cultivo de otros agricultores, de noche y a oscuras, y hacían no sólo círculos, sino figuras complejísimas de una belleza extraordinaria, algunas de centenares de metros , a riesgo que los hallaran, y que los agricultores no compartieran su sentido del humor?. Es muy poco probable que esta sea la explicación auténtica, por cuanto se les pidió a los viejitos que hicieran un diseño frente a cámaras , y lo máximo que pudieron hacer después de interminables horas de trabajo aplastando espigas, fue un círculo mal hecho y nada más. Y eso que era de día.

Nuevamente nos encontramos con la política de encubrimiento, por cuanto mucha gente escuchó de que estos ancianos confesaron, y sin mayor investigación lo dieron por cerrado el caso. ¿Qué explicación había entonces de que las mismas figuras estuviesen apareciendo simultáneamente en Francia, Turquía, Afganistán, Japón y Australia?.

He tenido la oportunidad de estar varias veces en el sur de Inglaterra y contemplar los Agroglifos, y realmente son como gigantescos “Mandalas”, esto es, activadores de la conciencia humana; una especie de patrones que activan información grabada en el subconsciente o en el inconsciente . Aunque uno no sepa claramente qué significan, se siente con inexplicable intensidad que representan mucho, y que tiene que ver con el momento actual de la humanidad y con los cambios planetarios. Detalle interesante también es que cuando uno llega a los lugares donde están apareciendo, siente corrientes de energía extraordinarias que no serían otras que las líneas de fuerza del planeta, lo cual demuestra que no es casual que aparezcan en tal o cual sitio.

Casos Emblemáticos

En 1996 en la localidad de Oliver Castle, un grupo de investigadores que están permanentemente escudriñando el paisaje, lograron videograbar un grupos de extrañas esferas luminosas que hacían movimientos circulares y espirales, revoloteando sobre los campos de trigo, y en fracciones de segundo aparece impresa la figura en forma como de átomo y de gran tamaño. Estas esferas aparecieron de improviso como si procedieran de otra dimensión, mientras en el ambiente se escuchaba un ruido como metálico, probablemente la nave que estaba en el lugar pero invisible al ojo humano.

En el año 2000 entre los diseños que se manifestaron apareció una figura colosal a escasos ciento cincuenta metros del radiotelescopio de Chilbolton. Este gigantesca antena forma parte del Proyecto Ozma-Seti de búsqueda de vida extraterrestre, y se encuentra ubicado en la localidad de Hampshire. Allí, en las narices mismas de los científicos y militares apareció un diseño compuesto de círculos concéntricos y otros laterales que los cortan tangencialmente que estaría simbolizando la teoría de la física cuántica de los “Agujeros de Gusano”, una suerte de canales interdimensionales por los que teóricamente se viajaría a través del tiempo del espacio plegando el universo. No había lugar a duda de que no era un fraude por cuanto su sola confección habría demandado el esfuerzo de muchas personas durante varios días , lo cual no hubiese podido ser ocultado por la cercanía a las instalaciones científicas.



Al año siguiente en los primeros días del mes de Agosto, apareció en la colina de Milk Hill el diseño más grande hasta ahora y que congrega la mayor cantidad de círculos. Una figura de 240 metros diámetro y 409 círculos en una espiral galáctica que nos recuerda la imagen de una nebulosa espiral en la armonía de las esferas.

Posteriormente, el 17 de agosto apareció nuevamente en las inmediaciones del radiotelescopio de Chilbolton dos figuras inéditas. Una de un rostro gigantesco y tridimensional, y la otra de una figura codificada rectangular. El rostro solo era visible desde el cielo y a gran altura, siendo lo más curioso su semejanza con el Rostro de Sidonia, un aparente rostro esculpido en una montaña descubierto por la Sonda Vikingo en 1976 en la zona marciana de Sidonia.

La otra figura era la respuesta a un mensaje enviado desde la Tierra el 16 de noviembre de 1974. Ese año, Frank Drake del proyecto Ozma, utilizando el gran radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico, envió un mensaje en ondas de radio en código binario hacia la M13 La Gran Nebulosa de Hércules , a tan solo 24,000 años luz de distancia . Y sabiendo que las ondas de radio viajan a la velocidad de la luz , de casi 300,000 km/sg. , un mensaje de este tipo se demorará 24.000 años en ir e igual tiempo en volver si es que alguien se apura en contestar, por lo que la respuesta llegaría a nuestro mundo dentro de 48,000 años.¿Y quién estará para ese tiempo? Si realmente hubiese voluntad de contactar con civilizaciones extraterrestres cuyo único mérito hubiese sido empezar antes que nosotros, por qué no buscar otras formas de conectarnos. Las distancias son enormes en el espacio, y querer comunicarse con señales de radio es como que hoy por hoy , en la época del celular, la internet o el Fax estando apurados busquemos comunicarnos con señales de humo.No tendría sentido. Tiene que haber otra forma y de hecho la hay.

Tiene que haber una manera que nos permita enviar un mensaje y que este llegue antes de haber sido enviado.¿Es esto posible?¡Claro que sí! Sólo que entramos en el delicado y extraño terreno de la parasicología o percepción extrasensorial.

ENP 001: La desaparición de SSIIAABB

En el primer capítulo de "El No Podcast" de La Matriz Secreta hablaremos de manera distendida de la desaparición de SSIIAABB alias...